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Amanda, 56, madrileña, divorciada. 1ª Parte.

 Sábado 14 de octubre del 2023, Madrid. Puente del Pilar. Y lloviendo, jajaja, esto es alucinante. Son las seis y media de la tarde. Me queda una hora y media para que empiece la obra de teatro, genero comedia que me gustan tanto y me lo paso muy divertidamente, y yo aún estoy medio mojado, ya que tengo puesto un chubasquero (prenda que se usa para no mojarte mucho, es como un chaquetón pero con capucha y la tela es impermeable), está muy bien, pero los pantalones no son impermeables, por tanto, no están calados o mojados aún por el agua de la lluvia, pero empiezan, por lo que me voy desde el Palacio Real de Madrid hasta mi hotel, andando ni lento ni muy rápido, simplemente algo acelerado para así no llegar como echo un cromo de lo calado que podría llegar a la habitación del hotel.  Nota de autor: Esta primera parte de dicha historia real vivida por mí tiene un tiempo de lectura de media hora aproximadamente. Me ducho, aunque casi no me hace falta por todo lo que estaba llovi...

Amanda, 56, madrileña, divorciada. Prólogo.

Esta historia es real, para empezar. Quiero dar un apoyo a todos los actores y actrices del teatro español, no solo por la labor que hacen en su profesión a diario, sino porque realmente es una de las profesiones más duras como la de escribir (aunque la de escritor no está ni tan valorada ni tan remunerada como la de representar una obra de teatro, incluso diré que yo aún no he recibido nada por escribir, pero bueno, alguien tiene que hacerlo jejeje). No es fácil poner todos los días en escena a personas, para realizar la misma obra, ya que todos somos humanos y hacer que el público que va visualizar dichas obras salga igual de contento, aunque tú tengas un mal día. También doy mi apoyo a este género que en muchas ciudades y localidades va descendiendo, porque no es fácil encontrar obras de teatro en todas las ciudades o pueblos, y menos las que a mí me gustan más, las comedias, por tanto, mi apoyo a estos profesionales, y no solo a los actores y actrices, sino a todo el personal que t...

Elena. Un hombre juguete sexual mío. Versión Extendida.

Tiempo estimado de lectura:  27 minutos. Teruel. Ciudad. Noche 23 de diciembre del 2022. Víspera de noche buena. En mi teléfono Smartphone, creo que como en el de todos, cuando recibo un mensaje de mi email o de cualquier otro tipo, tengo puesto de melodía un gemido o casi jadeo de una mujer (claro, es solo el email para contactos con mujeres, tengo otro personal para las cosas importante o burocráticas que no hay que mezclar con el placer, jejeje) y siendo las 05:13 de la madrugada, pues digamos que mucha gente hubiera silenciado su teléfono, yo lo tengo en modo avión supersónico, se oye en toda la habitación y creo que en mi casa también. Lo sé por algún vecino que se ha quejado simpáticamente de los sonidos que hay a ciertas horas del día, pero bueno, cada uno duerme o vive como quiere en su hogar, para eso lo tiene. La cuestión es que recibo un mensaje y aunque debería de estar durmiendo, yo no lo hago a esas horas, por tanto, miro y leo textualmente “Hola que tal? Bueno seguro...

Gema. Madrid. Mi marido lo sabe.

Tiempo estimado de lectura: 31 minutos. Viernes 2 diciembre 22. Es un viernes como cualquier otro viernes en la vida de la gente, es decir, para los que no tienen que trabajar ni el sábado ni el domingo (que hay mucha gente que si trabajan dichos días de la semana) en donde se presenta el descanso laboral deseado. También porque la semana que viene tenemos un gran acueducto vacacional, y claro mucha gente incluso que se toman sus previas vacaciones navideñas en este día. En mi caso no, jajaja, además, tenía que trabajar no solo el domingo (que jode mucho, sino los días no festivos de dicha semana) por lo que para mí no era un viernes normal y corriente, sino casi como un martes comúnmente dicho. Teniendo en cuenta que vivo en una ciudad que precisamente no duerme mucho, y alojado en un ático en donde se echa de menos sobre todo por la noche el silencio que puede tener cualquier persona que viva lejos de una ciudad, esa paz que a veces es hasta un lujo, pues me disponía a ver el atardec...