Elena. Un hombre juguete sexual mío. Versión Extendida.
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Teruel. Ciudad. Noche 23 de diciembre del 2022.
Víspera de noche buena.
En mi teléfono Smartphone, creo que como en el de todos, cuando recibo un mensaje de mi email o de cualquier otro tipo, tengo puesto de melodía un gemido o casi jadeo de una mujer (claro, es solo el email para contactos con mujeres, tengo otro personal para las cosas importante o burocráticas que no hay que mezclar con el placer, jejeje) y siendo las 05:13 de la madrugada, pues digamos que mucha gente hubiera silenciado su teléfono, yo lo tengo en modo avión supersónico, se oye en toda la habitación y creo que en mi casa también. Lo sé por algún vecino que se ha quejado simpáticamente de los sonidos que hay a ciertas horas del día, pero bueno, cada uno duerme o vive como quiere en su hogar, para eso lo tiene. La cuestión es que recibo un mensaje y aunque debería de estar durmiendo, yo no lo hago a esas horas, por tanto, miro y leo textualmente “Hola que tal? Bueno seguro que estas durmiendo, yo es que no puedo dormir por el calentón que tengo encima y por eso me he metido en tu blog (que debo de indicarte que es muy morboso y a la par excitante), he visto que estamos muy cerca y claro me ha encantado porque lo que quiero es poder tener un hombre juguete sexual solo para mi, un hombre que me folle cada vez que me plazca, te gusta la idea?” yo podría haber pasado de contestar a esta mujer, pero decidí indicar claramente mi opinión “Soy tu hombre”.
Creo que esto le trastoco algo, porque pensaría que no le contestaría tan rápidamente. Supongo que se pensó por un momento si era verdad lo que yo le había enviado, por lo que me volvió a enviar otro texto, que lo pongo sin cambiar ninguna letra del mensaje (es lo que tiene guardar los mensajes, a veces son útiles para muchas cosas) “Define mejor eso de que eres mi hombre, por favor.” Y yo, como buen maduro, le expuse con detalles lo que significa para mí esa respuesta “Soy tu hombre, para mí, a las cinco y cuarto de la madrugada del día anterior a la noche buena significa que estoy sexualmente para ti, es decir, te voy a poner un ejemplo que vas a entender a la primera. Imagina que has mandado hace ya bastante rato, porque no podías dormir por la excitación que tiene tu cuerpo, un mensaje a tu amigo 1 (te los voy a enumerar así, para no equivocarnos en nombres, porque está claro que yo no soy el primero en la noche que has intentado contactar), el cual, de todos tus amigos, es que más te pone caliente, pero no te ha contestado, porque está claro que sigue durmiendo. También se lo has enviado a tu amigo 2, que casualidades de la vida, hoy tenia turno de noche y no puede atenderte. Tenemos también al amigo 3 que, por circunstancias de la vida, le toca sus hijos estos días, y como son pequeños, no puede estar contigo, una lástima, porque te pone muy cerda ese hombre. Luego están los amigos 4, 5, 6 y 7, que están dormidos, mañana te contestarán pidiendo disculpas. También están los amigos 8, 9, 10, 11 y 12 que, aunque no te atraen sexualmente, pues chica para un revolcón de urgencia siempre vale, pero ironías de nuestro mundo, solo están ciertos días y casi al atardecer, sin contar el fin de semana que están libres para ti. Y después de revisar tu agenda de amigos, estamos los que solo usarías para un momento dado, el momento en que tus anteriores amigos no han podido estar cuando tú los necesitas, que aquí es donde me incluyo yo. No somos atractivos para mojarte las bragas o tangas nada más vernos, como otros que tienes. Somos de los que, aunque no quieras reconocerlo, están ahí, en el momento que deseas. Que los conociste como una segunda o tercera alternativa si te fallaban los anteriores, pero que en un momento dado si están, no piden disculpas, no piden nada, solo estamos para daros placer, y además, si les dices “necesito que vengas en menos de media hora y me folles salvajemente” ellos, nosotros, los que no contáis para eso, os indicamos “estoy saliendo de casa, no tardo ni un cuarto de hora” porque puede incluso que seamos vecinos vuestros de barrio, vecinos del mismo edificio o incluso de la misma calle, que por discreción no los usáis, pero estamos activos. Pues yo soy uno de esos amigos de último recurso. No te voy a mandar mañana un mensaje pidiéndote quedar para compensar por no haber estado cuando me solicitabas. No te voy a dar el coñazo para ponerte caliente a otra hora del día, no lo necesitas, una mujer caliente, es ardiente las 24 horas del día, pero ella decide cuando, como, con quien y cuantas veces hacerlo, y por donde hacerlo. Pero además, soy de los maduros que te ponen dentro de ti, que cuando los ves por la calle, te dan ganas de comerles la boca, pero sabes ante todo que eso es en tu intimidad, porque no sabes cómo reaccionará la gente que está alrededor tuya, y lo más importante que te gusta de este tipo de hombres al que pertenezco, nunca te delatarán tus gustos sexuales y sobre todo, no soltarán la vacilada entre sus amigos que se follan a jovencitas, porque aunque no te lo creas, tú eres para mí una jovencita, entre mis cincuenta y dos años y tus treinta y dos, tenemos una diferencia de veinte años en el DNI, pero en nuestras mentes somos casi de la misma quinta, por tanto, dime si quieres que vaya ahora mismo a comerte las tetas, comerte tu clítoris, no dejar que cierres las piernas hasta que me llenes la boca con tus primeros orgasmos, que me montes y me destroces por tu coñito y que si con todo eso, no estás calmada sexualmente, te pongas en la posición que más te guste y me pidas que te destroce tu culito, con delicadeza pero sin parar hasta vaciarme dentro de ti. Yo soy tu hombre para eso. Ahora te toca a ti, decidir, guapa.” Y esperé a que me dijera algo. Sabía que no era lo que tenía previsto de un primer momento, pero ella también sabía que existimos esos hombres que, sin ser atractivos o guapos de primera vista, somos los que nunca os fallamos, los que estamos para una escapada sexual y no os damos la tabarra con llamadas o mensajes. Somos vulgarmente definidos como “Hombres juguete sexuales” y sabemos para qué estamos.
Tardo solo un minuto en mandarme su número de teléfono.
¿Esto qué significa? Muy fácil. No quiere mensajes largos y eternos que solo calientan, pero no satisfacen. Quiere que la llame o le diga por mensaje, “Dime tu dirección y voy para allá, ya”. Y tras mandarle ese mensaje por mi móvil, me manda ella la ubicación.
Aquí no se pregunta cosas como “¿Estás segura?” o “¿Te lo has pensado bien?”, no, son cosas que saben ellas que las necesitan y si tardamos más tiempo del que les hemos dicho, se enfrían y nunca más nos llamarán.
Veo que no está en mi misma calle, pero son cuatro las que hay de distancia. No voy haciendo running, jajaja, para eso existen a estas horas de la madrugada, los coches o vehículos de alquiler estilo taxis pero que empiezan con la letra U y no patrocinan esta historia.
Me quedan solo tres minutos para cumplir el cuarto de hora que le dije que tardaba en llegar. No es bueno llamar al timbre a esas horas, porque la gente que madruga para ir a trabajar o que entra a las siete u ocho de la mañana, vecinos de ese edificio, oyen perfectamente si sube alguien, y no hay que dar pistas a cotillas innecesarios, por lo que le mando un mensaje a su teléfono indicando “estoy en el portal, quieres que llame al telefonillo o me abres y subo en ascensor hasta tu puerta, lo de subir supongo que cinco pisos por las escaleras, puede que te tenga que pedir una bombona de oxígeno para hacerlo en menos de dos minutos, jajaja”, y su respuesta es que acciona para que se abra la puerta de la calle de dicho edificio.
Hay que decir ahora y esto es muy importante, que no nos hemos visto. No sabemos tampoco nuestros nombres. Esto es lo que vulgarmente se dice, “un polvo a ciegas”.
Llego al séptimo piso en el ascensor, salgo de dicho habitáculo. Hay cinco puertas, cuatro cerradas y una entre abierta. Me acerco a esa puerta. Toco casi silencioso con mis nudillos en dicha puerta y se asoma una cara casi angelical si no fuera porque tenía los pelos de su melena revueltos por su rostro, estaba claro que estaba recién levantada. Me presento:
— Hola, soy Jorge, tu maduro que has solicitado para darte placer. — todo esto en un tono con voz baja casi susurrando, no hay que despertar la curiosidad de los vecinos, que siempre hay.
Entonces, ella se presenta:
— Hola, soy Elena, la mujer que es cierto que te necesita, y es cierto que eras mi única posibilidad de calmar mis instintos primarios sexuales.
Me deja pasar dentro de su apartamento. En cuanto cierra la puerta, enciende la luz, porque estábamos solo con la luz de emergencia de cada planta de los edificios.
Ahora si nos vemos. Ella sonríe porque, aunque no soy un adonis, si mido mi metro noventa centímetros de estatura, que eso para una mujer de metro sesenta y cuatro centímetros es alto. Ella está vestida con una bata azul marino de invierno, estamos en pleno diciembre, hace frio a las cinco de la madrugada. Pero yo no sabía si estaba por dentro de esa bata, desnuda o con ropa interior o con un pijama. Esta con un pijama porque veo por sus tobillos como el pantalón le cubre. Yo, como es lógico, estoy vestido, pantalón vaquero negro, jersey azul marino y cazadora vaquera negra forrada con borreguito, abriga mucho, es caliente.
Sin tardar más, le agarro de la cintura, meto mi lengua directamente en su boca, la cual aunque no se lo esperaba, abre para que su lengua juegue con la mía, mientras la agarro con mis dos manos de su culo, directo, para que perder el tiempo, eso luego lo haremos cuando quiera ella.
Ahora Elena empieza a gemir e intentando pegarse más a mi cuerpo después de lo que yo lo hago con ella, me empieza a quitar la cazadora como puede, porque el ansia sexual nos aborda a los dos.
Ella se olvida de todo, solo piensa que tiene un hombre desconocido que la está comiendo la boca y además la está sobando su culo, que además está sintiendo que vuelve a mojarse su cueva, lo que estaba durante casi toda la noche. Yo, como es lógico, cada vez que beso a una mujer, se me pone dura mi polla, y ella lo siente así, por eso, mientras sigo apretando con mis manos para que su cuerpo esté pegado al mío, no aguanta tanto, y me quita el jersey que tengo puesto, e intenta desabrochar mi pantalón, primero el cinturón, que es fácil y luego la cremallera de botones, más fácil, para así poder meter su mano dentro de mi bóxer y por fin, con un gemido suyo, agarrar mi polla gorda, mientras que seguimos comiéndonos la boca frenéticamente.
Estamos en la entrada de su piso, apenas he dado tres pasos desde que me dejo entrar.
Yo le quito si bata y la dejo caer al suelo, cerca de mi cazadora y mi jersey que no sé dónde ha ido a parar cuando me lo quito ella. Ahora puedo agarrar mejor sus glúteos, y eso hago, separando con mis manos, porque realmente no quiero sobar, quiero mojar su pantalón del pijama con sus fluidos vaginales, por eso, empiezo a meter mis dedos por su raja, desde el final de su espalda hasta sus labios.
Elena jadea de deseo.
Yo jadeo de necesidad.
Elena no aguanta mucho más y me baja pantalón y bóxer como puede, hasta mis muslos. Quiere comerse mi polla, porque sé intenta agachar para hacerlo, pero no la dejo, ya que mi boca sigue pegada a la suya, nuestras lenguas juegan al “corre que te pillo” entre ellas, nuestras respiraciones están tan aceleradas que no sabemos si uno respira y el otro suelta aire, y luego están nuestras manos y dedos que se meten por todos lados.
Me separo de ella para poder quitarme mis botas de trekking que siempre uso para andar por la calle y quitarme también el pantalón y mi bóxer. Mientras ella se quita el pijama.
Estamos los dos desnudos.
Su coño hinchado como sus tetas.
Mi polla dura, gorda, erguida, mirando fijamente el coño de Elena.
Ambos no estamos para hablar, por lo que me agarra de la mano y me lleva a su dormitorio. Me empuja para que me deje caer en su cama, y me tumbo boca arriba.
Solo le digo:
— Los condones los tengo en el bolsillo del pantalón.
Pero Elena me responde:
— Esos los usamos otro día, ya no me aguanto más.
Y ni corta ni perezosa, más bien, salida perdida y necesitada, se mete mi pene en su boca. Le cuesta, por eso usa bastante saliva, pero al menos consigue meterse el capullo y algo del tronco.
Intenta hacerme una mamada casi garganta profunda, pero por la postura en la que ella está, meterse algo gordo le cuesta, porque está a cuatro patas subida encima de mí, y eso, no todas las gargantas pueden tragar, sobre todo si no las relajas o solo te has tragado penes delgados aunque sean largos, por eso, viendo que no se lo puede meter del todo, opta por la otra opción, que no es otra que sentarse con su coño tragando mi polla, y empezar a pegarme unos sentones, unas sentadillas que parecen más unas cabalgadas de una amazona con un caballo al galope.
Elena grita.
El cuerpo vibra y tiembla.
Elena acaba de tener su primer orgasmo con un hombre que no conoce de nada, pero que ha sido el único que ha atendido su llamada de “socorro sexual”.
Pero no contenta con su primer orgasmo, sigue cabalgando, frenéticamente, tan fuerte y rápido, que tiene otro orgasmo, e intentando que yo le llene su vagina de leche, sigue montando frenéticamente. La verdad es que empiezo a tener ganas, pero no tantas como para hacerlo, por tanto, le dejo que siga gozando de ese hombre que está cumpliendo su deseo.
Entonces, notando que es de orgasmo fácil (otro día explicaré lo que es orgasmo fácil en una mujer, en un hombre es eyaculación precoz porque la gente prefiere llamarlo de esa manera que realmente lo que es, un orgasmo fácil) pues intento levantar mi rostro para llegar a sus pezones, sé que las mujeres que tienen el pecho sensible o los pezones sensibles, tienen unos orgasmos encadenados, y ella solo se ha tocado casi ligeramente las tetas, pero no me deja, poniendo sus manos en mi pecho para que siga en la misma postura, pero yo no me quedo quieto, no me gusta ser realmente como un juguete sexual que no se mueve, sino que me excita también tocar el cuerpo de la mujer que está dando su sexualidad a plena potencia, por eso, mis dedos van a su clítoris.
¿Y qué pasa cuando una mujer te está follando, porque lo está haciendo, y le tocas su botón del placer, el clítoris?
Pues pasa lo que tiene que pasar. Ella ya no es Elena, no es ni una mujer, simplemente es la hembra que necesita temblar y sentir al macho, porque yo ya no soy Jorge, ni el hombre maduro, soy su macho, que desea que le aguante mucho rato duro dentro de ella, pero sabe que un juguete sexual no estimula a la vez sus pezones con una mano mientras frota con sus dedos de la otra mano su clítoris y que además le está dando tanto gozo dentro de su coño que no puede parar de tener orgasmo, tras corrida, tras orgasmo. Los juguetes, a día de hoy, en las mujeres consiguen penetrarlas y estimular su clítoris, pero sus pezones no. Para eso estamos los hombres juguete sexual.
Elena suda por todo su cuerpo.
Yo sudo, aunque estoy por la mitad, la otra mitad la absorbe la manta que tiene en su cama.
Ella cae encima de mí, intentando recuperar el aliento tras no sé cuántos orgasmos ha tenido. Y yo sigo duro, dentro de ella. Sin soltar leche.
Han pasado ya una hora, está empezando a amanecer en la habitación del apartamento de Elena. Mientras sigue tumbada o recostada en mi pecho, levanta un poco la cabeza y me mira mientras yo sigo recuperando también el aliento que no puedo porque su melena, parte de ella me tapa mi cara, y me pregunta a intervalos de respiraciones:
— Jorge, ¿cuándo te piensas correr o llenarme de tu leche?
La respuesta de cualquier hombre sería, “estoy a punto” o “en un ratito te la suelto”.
La respuesta de un hombre juguete sexual de una mujer es la siguiente “Cuando tú quieras, te lleno de leche, o si quieres, te la echo por encima de tus tetas, de tu estómago, de tu boca o dentro de ella. Tú decides cuando y donde te la saco”. Así somos los hombres juguetes sexuales.
Me sonríe y me dice:
— Cuando quieras, me la metes donde quieras, prefiero la leche dentro que fuera, sienta mejor.
La dejo que recupere algo más el aliento y entonces le pregunto:
— Elena, ¿tienes a mano el lubricante? Porque sé que te la quieres meter dentro de tu culito, pero yo no meto en culitos sin lubricante, no quiero ni lastimarme yo ni vuestros culitos.
Entonces se ríe y me enseña un bote que tiene debajo de la almohada, junto con algunos de sus juguetes que se suele meter cuando está sola, y supongo que se metería antes de mandarme ese mensaje. Una mujer activa sexualmente, siempre tiene juguetes sexuales para su disfrute o para compartir.
Agarro un con mi mano que creo que es el que suele meterse en su culito, sin protuberancias ni ser tan realista como un pene de verdad, simplemente es liso, pero no es rígido, sino que se puede moldear un poco. Unto un dedo mío con el lubricante, y le voy dando círculos en su ano hasta meter mi dedo corazón todo dentro. Hay que lubricar bien, no solo por fuera, en el esfínter, sino también por dentro. Ella se queda quieta, notando lo que le hago. Os recuerdo que sigo tumbado boca arriba, con ella encima mía, para quien se haya perdido. Yo no veo nada de donde toco, pero sé dónde tocar. Un hombre juguete sexual tiene que conocer la anatomía humana mejor que su propio cuerpo. Y cuando noto que le entra y sale sin problemas mi dedo de su culito, unto de gel el pene de goma, y se lo empujo todo dentro de su ano, a lo que ella sin esperarlo y teniendo mi polla dentro de su cueva, pega como un respingón que la hace levantar un poco su espalda. Cuando digo que se lo meto todo, no es que deje la mitad del juguete fuera, sino que se lo meto todo, digamos que creo que dejo solo un milímetro de dicho juguete fuera.
Entonces, yo sintiendo como en la pared al lado de donde está mi polla, como le ha entrado, levanto un poco sus piernas, para dejarla a un palmo de mi cadera, levantada, y empiezo a follar frenéticamente, de arriba hacia abajo, por todo su coño, haciendo que ahora Elena jadee continuamente.
Me da igual que tenga o no orgasmos, yo sigo barrenando su cueva. Cuando noto que me entran ganas de vaciar mis huevos y con el permiso de ella, claro, empiezo a destrozar su coño follando fuerte, rápido, mete y saca tan rápido que siento como ella se deja hacer porque sabe que el hombre la está usando a su disfrute, no al de ella, sino al de él y como le ha dado bastantes orgasmos ya, sabe que no está con un hombre que ha vivido poco sexualmente, por tanto, deseando que yo descargue todo dentro, se deja llevar. Parece que la muñeca sexual es ella ahora mismo, por lo que sigo y tras cinco empujones fuertes, suelto toda mi leche. Noto que, en mis empujones, su juguete sexual se ha salido de su ano, y es cuando dejo que ella siga tumbada encima mía. No saco mi pene de su vagina, espero que se desinfle poco a poco para que salga por naturaleza.
Elena jadea.
Yo jadeo.
Agarro el juguete que tenía dentro de su culito y se lo pongo entre sus cachetes, por lo que ella intentando volver en sí me pregunta:
— ¿Cuándo ha salido o me has sacado el juguete?
Estaba claro que no había notado cuando su cuerpo o su ano lo había expulsado, por lo que le contesto:
— No lo sé, solo sé que ya no está dentro de ti, y espero que te haya gustado la doble penetración que has tenido, porque si está claro que tú has tenido varias dobles penetraciones a lo largo de tu vida, no sé si con dos hombres o con dos juguetes, pero no eres virgen de la dp, jajaja.
Ella, riendo, me lo confirma:
— Si, hace tiempo que no lo tenía, si es cierto que apenas soy virgen de muchas cosas sexuales ya, jajaja, pero no me esperaba que me lo hiciera un hombre. Ten en cuenta que los chicos no les gusta eso de jugar con los juguetes y menos de hacer lo que me has hecho. Que, por cierto, eres muy hábil poniendo lubricante sin mirar. Me has sorprendido.
Yo, mientras intentaba que se incorporará un poco y me desmontará o me descabalgará, para que se tumbará a mi lado y así estar más cómoda, ella me siguió contando:
— La verdad es que no me hubiera imaginado que un hombre como tú pudiera ser mi juguete sexual para cuando te necesito. Y, es más. De no conocerte de nada a estar ahora mismo agotada de tanto sexo, conlleva a ponerte en mi lista de “hombres que me quiero follar ya” de los primeros. La verdad es que no tengo tantos amigos como me pusiste en el mensaje, tan solo cinco, bueno, cuatro, uno llevo años sin verlo entre mis piernas, aunque lo vea casi todos los fines de semana. Pero es cierto lo que decías. Siento decirte y supongo que lo sabrás que no eras ni has sido mi primera opción, más bien mi último cartucho y a veces lo que no pensamos en usar resulta que es mucho más intenso de satisfacción que con los que pensamos que si van a estar para nosotras. Entre los que duermen ahora. Entre los que están trabajando o que esta tarde me darán excusas cutres, tú, sin conocerte de nada, bueno, si me he cruzado alguna vez por la calle contigo, pero tengo que serte sincera, nunca hubiera pensado en la follada que serias capaz de darme, y eso también me gusta. Creo que te estas ganando el derecho a ser mi amigo para cuando me apetezca.
Yo, para no alardear de su mejor polvo en la última semana, porque me lo dijo así, le respondí sin tirarme muchas flores:
— Elena, una mujer como tú, que sabe lo que quiere, debería de tener su harem de hombres para tu placer, y saber que, en todo harem de machos folladores, tiene que haber de todo, es decir, tanto casados o no (según tus gustos), tanto potentes o con pollas kilométricas jajajaja (depende de tus gustos vaginales, bucales y anales), tanto solteros y jóvenes o maduros, como no tan solteros, debes de tener para todo momento, incluso los que solo estamos para que nos usen.
Y ella, curiosa como cualquier mujer, hizo la pregunta que siempre hacen:
— ¿Tú perteneces a algún harem de alguna amiga tuya o solo eres el juguete sexual de algunas, entre las que ya me encuentro yo? Jijijiji, si no quieres, no me contestes, no tienes por qué hacerlo, pero ya sabes? La curiosidad. Además, tú sabes follar, no como muchos que dicen que saben y luego no duran ni un asalto, eso sí, pueden ser muy sexys, muy guapos o incluso de esos que nosotras definimos como “ese no sabe lo que es una mujer ardiente”.
Hay que contestar cuando te preguntan, aunque no se diga toda la verdad, porque nunca sabes cómo pueden reaccionar, pero en este caso, le fui sincero:
— Elena, haces unas preguntas algo comprometidas, y aunque no nos conocemos mucho, solo de hoy, te voy a decir la mitad de la verdad. No te voy a mentir, pero solo la mitad. Soy el amigo de mujeres, casadas, divorciadas, solteras, jovencitas, de tu edad, de más, que necesitan tener tanto para sexo como para irse de compras, para ir al cine, para ir a la playa, para irse de vacaciones cuando están hartas de sus amistades con siempre lo mismo. Soy ese vecino que ves y lo saludas en el portal, pero nunca pensaste que te podría dejar con las piernas temblando y no de darte un susto. Soy ese hombre discreto que te mira por la calle y si tú no le levantas la mano en plan saludo, no te lo hace él. Soy el hombre que tras meterte una buena follada como hasta ahora hemos tenido, no te apabulla mañana con mensajes al móvil, sino que espera a que tú, cuando tengas tiempo, le mandes uno y entonces te dirá que quiere repetir contigo, cuando tengas de nuevo ganas. Soy ese hombre que se escapa contigo un fin de semana a una casa rural y solo se lleva la ropa para el viaje, porque el resto estaremos los dos desnudos, dentro de la casa para follarte en cualquier momento y a cualquier hora. Soy lo que vulgarmente se denomina “follamigo” con derecho a solo ser usado para ti, pero nunca comprometiendo nada de tu vida, ni familia, ni amistades, ni trabajo, ni vecinos. Y lo siento, pero ahora, te voy a follar tu culito, porque sé que lo deseas, porque necesitas sentirme dentro de ti de nuevo porque, además, si te has tragado tu juguete antes, ahora te puedes meter lo que quieras en tu coñito, porque mi polla va a estar en tu culo hasta abrírtelo más que tu vagina y, además, como no quieres condón, pues solo usaré lubricante, porque yo no lastimo anos, los rompo sin dejar señal de ello.
Y por eso, en cuanto se lo dije, ella se fue a ponerme la polla dura con su boca, mientras yo gire su cuerpo para que se quedara como antes, a cuatro patas pero en la posición de sesenta y nueve, y mientras le comía su clítoris y lamia sus labios, le untaba lubricante por dentro de su esfínter, metiendo mucho, para que primero entrará sin problemas un dedo, luego dos, unte de más lubricante y metí tres dedos, aquí ella jadeaba mientras intentaba tragarse sin poder del todo, toda mi gorda polla por la boca. Cuando le metí el cuarto dedo y se lo movía en círculos mi mano, Elena ya no podía ni lamer mi capullo, solo me lo tenía agarrado con la mano mientras jadeaba y decía no muy claramente “me voy a correr en breve” pero entonces yo paraba de mover mi mano.
Cuatro dedos es casi mi grosor, pero no juntos como cuando una mujer se mete la mano dentro de su coño, que las hay, tener en cuenta, las mujeres lo saben perfectamente, que sus vaginas dilatan mucho, pero los hombres no lo creéis, se meten sus manos enteras o las de otras mujeres, ya que las nuestras, las de los hombres, son muy gruesas. Pero mi pene, en el capullo son dos dedos y medio de grosor, pero en la base son cuatro y algo más, por tanto, para solo meter mi capullo, no meto en ningún agujero, si me voy a follar un culo, tengo que dilatar bien ese orificio para que no le duela, por eso, en cuanto note que estaba bien dilatada, me quite su cuerpo de encima, la puse boca abajo, abrí sus piernas, unte mi pene, por todos lados de lubricante y sentado en el principio de sus muslos, empecé a meter en su culo cerrado.
Primero lento, para que sintiera, pero no le doliera mucho, que no hay que ser tan brutos al meter en un culo que llevara semanas sin ser follado. Sin contar los juguetes, esos pueden o no entrar a diario, pero es diferente. Seguí empujando, cuando ella me pregunto si la tenía metida del todo, y le indique que más de la mitad, pero no toda. Entonces Elena, agarrando de sus cachetes con las dos manos, se lo abrió mas para facilitarme el meter del todo. Aquí fui algo brusco, porque se la metí de un tirón toda. Ella grito. Sabía que le había dolido, y no quería, pero también necesitaba saber si estaba sintiendo como se le habría los dos anillos musculares de su ano, por lo que en cuanto se la metí del todo, me tumbe encima de ella, y le dije al oído que estaba toda dentro y esperaría a que me diera la señal para empezar a follarla. Las palabras eran simples. Si me decía “fuerte” la follaría salvajemente. Si me decía “Suave”, empezaría a darle de lento para ir aumentando. Si me decía “Follame como quieras”, entonces solo movería mi culo como si estuviera en la posición de misionero, un mete y saca normal y corriente.
Me dijo:
— Jorge, por favor, para ser la primera vez tuya en mí, suave, por favor, suave y ve subiendo hasta romperme el culo, y si quieres me llenas mi ojete, pero no pares, aunque te lo suplique.
Dicho y hecho.
Empecé a meter y sacar lentamente, pero sin pausa, así yo sentía y ella también. A veces apretaba sus manos contra la sabana y otras las soltaba. Estaba claro lo que significaba, que le dolía, pero lo aguantaba. No es por ser prepotente pero no es lo mismo meterte un dedo o dos que una mano, por el grosor. En las vaginas digamos que sienten igual, pero en el ano es diferente, ya que normalmente no se suele meter, sino sacar, jajaja. El caso es que yo hice que se cambiara de postura tras la primera metida, no porque para mí no fuera cómoda, ya que todas me valen, pero hay que pensar en quien se la estás metiendo, por eso que la dije que se quedará como tumbada de lado, me ofrecía perfectamente su trasero. Esta posición es una de las mejores tanto para penetrar vaginas como culos, por el simple hecho de que entra toda, hasta los huevos. Además, la persona puede levantar la pierna y así facilitar la entrada o simplemente con empujar un poco el cachete que no está apoyado, se abrirá mejor y aparte que puedes estimular los pezones con una mano mientras la vas metiendo y sacando del ano. También es muy buena esta posición porque mientras follas el culo puedes estimular el clítoris en el caso de la mujer o el pene en el caso del hombre, digamos que masturbarlos, y eso es incluso un aliciente más.
Yo seguía metiendo y sacando, notando como Elena se iba relajando mientras le masturbaba su clítoris y apretaba una teta, cosa que incluso hubo veces que decía entre jadeos, que cuantas manos tenía yo, jajaja, pues dos, pero la estaba tocando toda. Ahhhh, muy importante, el lubricante para el ano, siempre hay que poner antes y durante, porque la piel absorbe los líquidos, por eso, note que mi polla empezaba a no deslizarse muy bien por su ano, por lo que agarre la mini dosis que suelo tener cerca cuando follo anos, es como un sobre de toallita o como el envoltorio del condón, pero da para una dosis buena, y la esparcí por alrededor de mi pene haciendo que entrara mejor.
Aceleré mis metidas y sacadas. Seguía masturbando a esta jovencita para mí aunque para muchos no lo sea, tener veinte años de diferencia, se creen que no es ser joven, y cuando ella empezó a vibrar, aceleré mis metidas, tanto que ya me olvide de su clítoris y su pezón, simplemente me agarre a su cadera y le folle duramente, fuerte, dando empujones contra su culo, haciendo incluso que le entrará si era posible, algo más de mi rabo, y grito que se corría, pero yo seguía dentro de su culo, para una vez que me dejan, pues disfruto.
Yo como hacía poco que había descargado mi semen, pues tardaba en tener otra vez ganas, por lo que disfrute follando este regalo, y así lo hice hasta que, al poco rato, volvió a gritar. No eran jadeos, esos los decía o le salían del interior de su boca cada vez que se la metía y sacaba rápidamente. Los gritos eran el estadillo de su orgasmo. Para mí, es incluso una ventaja porque, aunque noto como vibra su cuerpo cuando los tiene, también es como una señal que me dice que siga dándole más y más, por eso ahora me olvide de que mujer era. Una mujer con el pelo rubio oscuro, de ojos grises, unas tetas que sin ser grandes tampoco eran pequeñas o planas, con unos pezones duros pero muy sensibles y pequeños, acordes a su seno, mirada de felina con hambre, estatura media, un precioso culo que estaba follando a mi antojo, porque ya no era al suyo, perdió su turno cuando tuvo el primer y segundo orgasmo mientras la follaba su culo, aparte ella era la que supuestamente me estaba usando, pero sabía que ahora yo la usaba para mi placer. Incluso me había concedido el favor, no el permiso, sino favor de llenarle el culo de mi leche, que siendo sincero no quería hacerlo, pero bueno, como notaba que estaba cómoda con la postura y que seguía teniendo contracciones y le vibraba tanto su vagina como sus piernas con cada orgasmo, pues seguí rompiendo literalmente su culo, hasta me di el capricho de azotar su nalga y ella aquí si gritaba, no sé si era por dolor o por placer, pero yo seguía.
Se la saque no para soltar leche, sino para ver lo abierto que le había dejado su ano. Aparte de ser algo cabrón ya que cuando sacas y se queda abierto, el aire se mete, y cuando vuelves a meter se produce un efecto algo desagradable para la gente que es la expulsión de aire, no de gases, y eso significa para mí que realmente está cachonda perdida y que además quiere más. Por eso, cuando se la metí ahora de golpe, ya no grito por la sorpresa, sino que jadeaba diciendo incluso que se lo hiciera de nuevo. Quería que se la sacara y volver a meter. Os preguntáis el porqué, pues muy fácil. Porque el esfínter o anillos del ano, en la entrada digamos que están las terminaciones sanguíneas, hay muchos nervios y hacen que se sienta mucho, por eso, tanto hombres como mujeres sienten placer al igual que dolor cuando le entran al principio, pero luego cuando los meten y sacan es un placer distinto al vaginal, pero sobre todo para ellas es incluso mucho más excitante. Por eso, cuando Elena me pedía más y más cuando hacia el movimiento de sacar todo mi pene y volver a metérselo, era como decirme “ya me has roto el culo, ahora fóllame como una verdadera puta y haz lo que quieras con mi agujero” por lo que yo eso hice, follar y follar, hasta que volvió a tener otro orgasmo, ahora sin tocar clítoris, ahora sin tocar pezones, ahora solo follando su culito. Y así la deje, porque yo aún no tenía ganas de soltar leche, pero seguía teniendo mi pene duro y muy lubricado.
Elena, me pregunto si cambiábamos de postura, se lo agradecí porque mis rodillas apoyadas en el suelo, ya pedían un cambio, por lo que me senté justo donde ella estaba. Abrí mis piernas. Ella se sentó encima mía. De frente. Pensaba que se iba a meter por su coñito, pero note que volvía a ser su culito. Estaba claro que ella quería mi leche dentro de su agujero negro y sin besarme, solo mirando a mis ojos, sin ponerse lubricante de nuevo en su agujero, solo mirando mis ojos, se soltó su cuerpo, guiado por su mano dentro de ese precioso ano, se quedó clavada literalmente, sin decirme nada, mirando mis ojos penetrantes, creo que incluso me decía por dentro que quería su premio. Le agarre de sus caderas. No de sus tetas. Ella quería leche dentro de su culo y eso era lo que le iba a dar. Ella haría el movimiento para yo descargar mi semen. Por eso solo la agarre. Elena me iba a hacer una paja con su ano, con su culito, con su esfínter, apretando para ordeñar mi falo que la verdad, aunque no tenía ganas, supo hacer ese movimiento que pocas hembras saben hacer, pero que te deja seco los huevos. Acelero tan rápido que creía que me cabalgada poseída y a ella le daba igual tener o no orgasmos, tenía en mente sacarme hasta la última gota de esperma, por eso cuando solo veía como me miraba y cabalgaba creo que me hipnotizo y ahora si era su juguete sexual. Yo no me movía. Estaba sujeto a su cadera. Lo hacia todo ella. Apretaba su ano para exprimir mi polla. Subía y bajaba rápidamente. Jadeaba. Su melena que le llegaba a sus pezones, era casi un huracán en movimiento. Que gozada que una mujer te dé todos sus agujeros y además se empeñe en que la llenes todos. Empecé a sentir esa presión dentro de mis testículos, porque ella me estaba estrujando mis pelotas, que no son muy grandes, pero es como que quería presionar para que saliera disparado ese líquido blanco seminal de los hombres o machos de la especie animal y estaba consiguiendo su objetivo.
Por eso, cuando apreté mis dedos en su cadera y grité estilo “me estas matando de placer puta zorra” fue cuando solté los chorros dentro, que hizo que ella se sentará y dejará de cabalgarme, quería toda mi leche dentro. No sé cuánto solté, pero si me dejo los huevos secos, creo que en dos días no tendría leche de nuevo, aunque todos sabemos que es mentira, reproducimos semen a las pocas horas.
Se quedó recuperando el aliento. Yo no tenía ni aliento ni nada, solo sentía las palpitaciones de mi pene dentro de esta mujer.
Sonrió y espero a que mi polla se desinflara y saliera sola de su ano, junto con el chorro de leche que le había metido.
Estuvo sin moverse, pero mirando mis ojos mientras yo intentaba que me quitara de la hipnosis, y entonces le oí decirme:
— Oficialmente eres mi juguete sexual. Gracias por darme este placer y responder a mi llamada de auxilio sexual. En unas horas empezaré a recibir mensajes y llamadas de algunos que anoche me fallaron, pero sé que, si te mando un mensaje, tú vienes, por tanto, ya tengo juguete sexual activo cuando yo lo necesite.
Me dio un beso metiendo su lengua en mi boca y sonriendo, se levantó como pudo, notando yo como le salía de su ano mi leche, porque se giró, abrió sus cachetes y me lo enseño como señal de “para esto es para lo que te quiero, para nada más” y se fue hacia el baño, oí como abría el grifo de la ducha y saliendo de nuevo a donde yo estaba, me dijo:
— ¿Nos duchamos juntos o lo hago sola?
Me seguía teniendo hipnotizado, aunque no lo creyera yo, porque me levante medio mareado y fui a donde ella estaba, mientras caminaba delante de mí.