Dulce. Cafetería.
Tiempo estimado de lectura: 15 minutos.
Las fantasías pueden superar la realidad, eso lo sabe todo el mundo, e incluso muchas veces la realidad supera la fantasía o ficción. Tener amigas que en su imaginación sueñen con cosas que se pueden hacer realidad aumenta realmente el morbo. Esta historia es real, como la fantasía que se hizo realidad y que ahora estamos intentando subir de nivel.
Me presento:
Maduro. ¿Por qué? Por un motivo muy simple, con cincuenta y dos años, es difícil ser jovencito o crio, por tanto, soy un maduro.
Alto. ¿Por qué? Porque midiendo ciento noventa centímetros pequeño no soy, la verdad.
Divorciado y feliz. ¿Por qué? Porque mi matrimonio no se puede considerar de los más maravillosos del mundo, que tuve culpa yo y ella, pero mejor ir cada uno por su lado y así no dejamos de perder el tiempo, y ahora si soy mucho más feliz que antes.
Atrevido ¿Por qué? Porque me da la real gana, jajaja.
Ahora vamos con la historia que les propongo a continuación.
¿Fecha en la que ocurrió dicho acontecimiento sexual en mi vida? Catorce de noviembre del año pasado, es decir, el lunes 14_11_2022.
¿Personas que actúan en dicha historia? Bueno, menos los extras o personas que iban o venían de cualquier sitio y que son digamos para rellenar huecos en una supuesta escena de cualquier video o película, los protagonistas reales son una chica de 49 años, es decir, lo de chica vamos a redondear en una madura o mujer que sabe lo que quiere, y un maduro (el que suscribe la historia y vivió dicho acontecimiento) de 52 años.
¿Lugar en donde ocurren los hechos? En principio iba a ser en una cafetería, pero creo que hubiera sido algo molesto para las gentes que se tomaran un café, aunque creo que algunas de ellas aprenderían bastante, por tanto, preferimos ambos hacerlo en el baño de dicho comercio de hostelería.
¿Nombre de los protagonistas? Ella se llama Dulce y yo, Jorge.
¿Hora en que ocurrieron los hechos? Las siete de la tarde empezó todo, pero al cabo de casi una hora fue realmente cuando un baño tuvo el honor de ser el lugar de dicha situación sexual.
¿Ya estamos situados? ¿En serio? ¿Alguien tiene que ir al baño o a la cocina o a otro lugar de donde se encuentra ahora mismo? ¿Si? Venga, os damos un par de minutos para que el resto pueda seguir leyendo dicha historia. Por favor, para que no tengan distracciones en la lectura, sugerimos que pongan sus teléfonos, Smartphone o móviles en modo “avión”, así al menos nadie os cortará la lectura, pero también podéis seguir cuando querais, porque a no ser que eliminen el blog los que lo han creado, estará unos cuantos años aquí puesto. Pero como autor, os sugiero que la leáis de un solo tirón, porque a cortes, como que apenas pilláis dicha historia. Esto lo digo para hacer tiempo para esas personas que están tratando de ponerse en situación. Ahhhh, que ya están todas, pues comencemos.
Una semana antes de ocurrir lo que tenía que ocurrir entre Dulce y yo, recibo un mensaje que me decía textualmente “Quiero follar en una cafetería, no sé creo que podríamos meternos mano por debajo de la mesa, llevaré un vestido sin ropa interior para que puedas apretar mis muslos y meter tus dedos en mi coño calentito, después creo que tendremos que meternos en el baño, porque hacerlo encima de la mesa delante de todos es muy atrevido no? pues nada, nos metemos, ponemos el pestillo y follamos, puedo poner mi pierna encima del lavabo y tú me la metes por detrás o te sientas en el baño y yo me pongo encima de ti, ya ves que tengo pensadas hasta las posturas, solo me faltas tú, te lanzas?” Pues claro que me lanzo, no todos los días una mujer me dice de echar un soberano polvo en el baño de una cafetería, así que le respondo a su mensaje indicando que ya sé incluso el sitio donde hacerlo, que si le da morbo que la puedan pillar, ese sitio no es que sea el mejor de todos, pero que hay gente andando, sentadas e incluso tomando algo, siempre hay mientras ese centro comercial está abierto.
Situación para los que no conozcan Málaga, y sobre todo la estación del Ave. Aunque pueden mirarlo en su navegador, yendo a mapas, ahí sale todo muy bien, no el interior, pero se sitúan geográficamente. Dicha estación de trenes de alta velocidad tiene un centro comercial pegado, tan pegado que solo hay que andar unos pasos y ya estás dentro de él. Como en todos los centros comerciales, suelen tener varias cafeterías. No voy a poner el nombre en la que estuvimos, porque al final de nuestro polvo, llego la encargada de dicho local y nos reprendió, de que no era el lugar para hacerlo, a lo que yo, con mi buena chulería le dije que realmente era mucho mejor que hacerlo encima de la mesa de su cafetería, dando un espectáculo gratis a todos los que estuvieran allí e incluso poner a esa mujer en un compromiso con el resto del clientes, por tanto, era mucho mejor hacerlo en el baño, con la puerta cerrada y sin que nadie nos pudiera ver, oír creo que sí lo hicieron, por eso llego esa encargada al final. Una pena que tenga que mantener el orden correcto, porque ella también tenía unos buenos polvos, pero no se puede tener todo en esta vida.
Yo suelo estar mucho en dicho centro comercial, sobre todo en dicha cafetería, porque como viajo bastante en dicha línea ferroviaria, pues para hacer tiempo hasta que salga mi tren, suelo entretenerme tomando algo, por eso sabía que era un buen lugar, aunque conozco otros centros comerciales de la ciudad, uno muy conocido de una marca de ginebra, que ahora no vamos a hablar de ello, aunque en algún que otro relato si lo mencionaré. Entonces, cuando le respondí a Dulce que tenía el lugar perfecto para hacer realidad su fantasía, así se lo expuse y ella que también la conocía, pues le pareció genial. Ella me indicaba que podría ir con un vestido sin ropa interior, pero le dije que a dicha fecha, tampoco era necesario que pasará frio, tonto de mí, porque si una mujer te dice como le gustaría ir vestida, es de imbéciles decirle que podría pasar frio, jajajaja, cuando realmente lo que están es muy calientes. Así que le dije la hora de encontrarnos, el lugar ya lo sabía, y el día me lo dijo ella, que era al día siguiente, un lunes, en donde la estación está muy llena, el centro comercial más aún, lo que normalmente para la gente que trabaja allí, es un día normal y corriente.
Yo llegué un rato antes, me senté en una mesa y me pedí un té, no me gusta el café, cosas de la vida. Al rato ella me mandó un mensaje indicándome que estaba entrando en el centro comercial y que se dirigía a dicha cafetería. Mi mesa estaba situada para poder ver quien entraba en dicho local, por tanto, solo tenía que ir descartando a la pareja de guiris (extranjeros) madura tirando a casi jubilados, a la mujer que iba con su hija y estaban haciendo tiempo para montarse en el tren, al señor comercial, porque iba con traje y una Tablet mirando todo el rato, supuse que era comercial, total, no creo que fuera el cobrador del frac, jajajaja, y a otras personas que se iban de dicho local, y vi a una mujer con melena ondulada, que no era rizada del todo pero tampoco era lisa, con gafas de sol (que me hace gracia que la gente se ponga las gafas de sol dentro de un local o centro comercial que está techado, pero bueno, cada persona va como le da la real gana) con un vestido amplio que le llegaba hasta los tobillos y mirando de un lado hacia otro intentando ver a un maduro solo en una mesa. No es difícil localizarme cuando estoy solo, jajaja. Se acercó a mí y se presentó. He de indicar que aún no nos habíamos conocido ni en foto. No es que me gusten las aventuras así, y menos las citas a ciegas, pero en esta vida hay que probar de todo, eso dicen, aunque yo no me tiro de un puente, agarrado por mis piernas por una cuerda elástica, prefiero tirarme a una mujer, es mucho más placentero, siendo sincero.
Me levante para darnos los consabidos gestos de besos en las mejillas porque, aunque la pandemia ya se iba eliminando de nuestras vidas, aún quedaba esa pregunta de “¿y si no se ha vacunado?” pero bueno, la hice que se sentará a mi lado, no de frente, porque tendría que tener los brazos más largos que mi cuerpo, pero estando a mi lado, es mucho más fácil para meter mi mano entre sus muslos. Charlamos un poco y yo ya fui a saco, supongo que es lo que ella estaba buscando, porque en ningún momento me quito la mano de entre sus piernas, primero por encima de su vestido y luego ya entrando y tocando piel de sus muslos, calientes todo hay que indicar. Hablamos un rato, no es cuestión de llegar, tocar y meter, siempre una conversación subida de tono, anima mucho más. Me enteré que ella llevaba unos años divorciada. Que, aunque tenía hijos, estaban ya en la uni (universidad para quien no lo sepa), por tanto, vivía su vida cómodamente, tenía su trabajo, bueno su negocio, una tienda y que, aunque a veces le apetecía tener un amigo o novio, se hartó de tener que estar dando explicaciones a quien realmente lo único que hacía era controlar su vida, y eso ya lo tuvo cuando estaba casada, así que, ambos, dejando claramente nuestras vidas, pues digamos que sabíamos a que habíamos ido y para que estábamos allí. Ahhhh, indico que ella ha querido que escribiera esta historia, ya que hacerlo sin su permiso, creo que es de gente que no respeta la vida de los demás. Bueno, es mi opinión, como la de cualquier otra persona, puede gustar o no.
La cuestión es que mientras yo calentaba sus muslos y parte de sus labios, por cierto, bien mojados y lubricados, pues ella no paraba de hacer lo mismo con mi polla, por encima del pantalón, porque aunque no lo crean, sacarme la polla fuera de la bragueta, se suele ver, y no era cuestión de hacer un escándalo para los demás comensales que hubiera, por tanto, Dulce quería ya tocarla piel con piel, y yo ya quería meter mi polla en su coño encharcado, por lo que tras acabar nuestras bebidas, su café bombón que se pidió y yo mi té, pedí la cuenta a la camarera (creo que ella ya vio algo y fue la que se lo dijo en plan chivata a su encargada, peor para ella, también la hubiera follado, porque ya me había visto más veces en dicha cafetería) pues le dije de meternos en el baño. ¿Pero en cuál? ¿El de mujeres o el de hombres? Aquí parece que no, pero es un gran dilema, ya que no son los baños de una discoteca, que con el ruido da igual donde te metas. En el de hombres, lo sé, no se oye nada, solo el secador de manos y las cisternas. En el de mujeres no lo sé, no suelo entrar a mear y menos a follar, jajaja. Y Dulce me dijo que mejor en el de hombres, por tanto, nos metimos, fuimos a uno que tuviera la puerta abierta, y comprobando que tenía pestillo, entramos y lo cerré.
Ella se quedó de pie, yo le subí todo lo que pude su vestido, mientras le metía mi lengua dentro de su boca y ella hacia lo mismo con la mía. No le di ni tiempo de dejar su bolso colgado de la llave de la puerta. Entonces cuando se separó, solo me dijo una cosa mientras si colgaba su bolso y se sujetaba su vestido por debajo de su sujetador para que no entorpeciera en nada su cuerpo desnudo:
— ¿quieres que me siente en la taza y te hago una mamada o prefieres sentarte tú y te cabalgo? — mientras sacaba de mi bolsillo un condón de los míos, para ir poniéndolo en donde se tiene que poner. Y le respondí.
— Pues Dulce, creo que con lo cachonda que estás y con las ganas que tienes, la mamada la dejamos para luego, que también tengo la polla como la cañería del agua de la cisterna, dura, y así me cabalgas hasta que te corras las veces que quieras, y luego si quieres, me haces la mamada y te empotro bien, hasta que se te doblen las piernas, porque de aquí no salimos los dos hasta que mis huevos se queden secos.
¿Chulo y prepotente? Si, ya lo dije en el anterior relato, soy un caballero cabrón, un chulo y atrevido, así que, para que ir de lo que no soy.
Así que, me senté en la tapa de la taza del váter, con mis pantalones bajados hasta mis tobillos, con las piernas juntas para ella se sentará en mis muslos, y así poder cabalgarme a su antojo.
No hacía falta más, ella con sus zapatos apoyados en cada lado de la taza, se sentó al lado de mi polla. La notaba enfundada en el látex y pasándolo un rato por entre sus labios y clítoris, empezó a jadear, porque los gemidos digamos que no hicieron acto de presencia en dicho momento. Se estaba masturbando con mi polla, por cierto, sin condón, es una gozada notar como se frotan ellas solas, creo que incluso suelen tener el principio del orgasmo clitoriano, pero como no nos conocíamos de nada, mejor el látex por seguridad. Cuando ella ya estaba lo suficientemente cachonda perdida, levanto un poco su cadera, guio mi polla a su coño y se dejó caer lentamente. Es que mis manos estaban agarrando sus tetas por dentro de su sujetador que, por cierto, buenos melones tenía o sentía yo que los eran, y notaba como sus pezones estaban erectos casi como mi polla entrando en ella.
Oíamos como entraba o salía alguien del baño, pero nos daba igual, nosotros solo hacíamos el posible ruido que se escapaba de su boca cuando jadeaba y no le metía yo la lengua dentro de su boca. El morbo que da que una mujer te cabalgue a su ritmo mientras le metes la lengua en la boca, apenas se puede respirar, pero sube mucho los grados de excitación.
Y entonces noto como se tensa su espalda, se sienta fuertemente en mi polla. Noto como se le contrae su vagina, y como me exprime un poco, y acto seguido, se agarra a mi nuca, jadeándome como si no hubiera un mañana a mi oído.
Dulce se ha corrido.
Si.
Lo ha hecho.
Y yo con la polla dura dentro de ella.
No sé si ya venía tan caliente que no aguanto mucho más o es que esta mujer es multiorgásmica, pero correrse, tener un buen orgasmo, lo había tenido. Deje que sintiera bien en su cuerpo, es tontería cambiar de postura, yo estaba cómodo. Ella estaba recién corrida, en la gloria. Así que, esperé a que se recuperará un poco y le dije al oído:
— Ahora me cabalgas como la puta que eres, que lo eres y sé que lo deseas. — Reconozco que a veces me paso con mis palabras, pero en este caso, era necesario.
Pues me miro ella con cara de vicio y ni se lo pensó dos veces. Subía y bajaba por mi polla rápidamente, incluso notaba como comprimía sus paredes vaginales, como intentando hacerme una paja, supongo que se creería que me iba a correr yo rápidamente. Jajajaja, pobrecita. Mientras me cabalgaba muy rápido, incluso se sentaba en mi pelvis y solo movía su cadera hacia delante y atrás de mí para así también ella estimular su clítoris, pensaría que llenaría el condón de leche, pero lo que realmente ocurrió es que ella volvió a correrse y no una sola vez sino dos, pero yo seguía diciéndole guarradas al oído.
Seamos sinceros. En pleno acto sexual, a una mujer le gusta que le digan guarradas, siempre que no sea como algunas que les corta el rollo, pero en el caso de Dulce digamos que no solo le gustaba oírlas, sino también decirlas, porque me estaba poniendo fino entre jadeos e insultos a mi oído, así que, si una mujer quiere que le digan guarradas mientras esta cabalgando una polla que la dura dentro de ella, pues yo no voy a decirle que me hable correctamente, jajaja.
Llego un momento en que ella le temblaban las piernas, estaba claro que necesitaba si o si, un cambio de postura, por lo que la ayude a levantarse de mí, y aunque el habitáculo no era mi cuarto de baño, podíamos movernos tranquilamente sin empujarnos. Entonces se sentó en la taza del váter, iba a hacer el gesto de recogerse su melena para realizar una mamada sin que le molestaran sus pelos, pero le agarre yo de su melena, así ella podría usar sus dos manos libremente. Chupo y relamió todos sus jugos de orgasmos que estaban por el condón, e incluso me lo quito, para tragarse mi rabo, porque creo que necesitaba sentir en su garganta mi polla, por lo que, si una mujer quiere hacerte una señora mamada y garganta profunda, no le digas que no, deja que ella también disfrute, y vaya si disfruto, que estuve a punto de vaciar mis huevos dentro de ella, pero pude aguantar.
Todo esto hay que decir que ya había pasado más de una hora en el baño, cosa que puede hacer pensar a quien trabaja en dicha cafetería que, aunque no controle a todo el mundo, sabe quién tarda más de lo necesario.
Pero yo aún no me había corrido, y quería empotrar a esta madura, por lo que una vez que ya me relamió y abrillanto mi pene, saqué otro condón y me lo puse de nuevo. Entonces fue cuando Dulce vio el contorno del condón y se quedó con una cara de sorprendida, porque el envoltorio nunca lo había visto. También comprobó que con el condón, el grosor disminuye un poco, no era igual que lo que se había metido antes en su boca, pero la seguridad es la seguridad, así que, la hice el gesto de que se levantará, se diera la vuelta, pusiera una pierna encima de la tapa de la taza del váter, apoyándola, que se sujetará contra la pared, y ni corto ni perezoso, apunte en su culo, pero yo no había traído lubricante, y creo que con lo poco que lleva el condón, dolor le hubiera producido, por lo que me resbale con mi capullo hasta la entrada de su coño, y abriendo con mis manos sus nalgas, se la metí de un solo golpe. Hasta el fondo. Me agarré ahora a su cadera, y juro por mi sangre, que no paré de bombear fuerte, a empujones dentro de su coño, a cuál más bestia, porque cuando uso condón, o lo hago así de fuerte o no me corro, por lo que, durante al menos un buen rato, estuve torturando esa vagina con mis empotradas. Sus tetas bailaban con mis golpes en su cadera. Su melena tapaba todo su rostro. Ella jadeaba, a veces incluso sé que se masturbaba su clítoris, es lógico, y yo seguía, ni me acuerdo el tiempo que estuve, incluso no me acordaba de donde estaba, solo que estaba metiendo fuerte y sacando más rápido, rompiendo el coño a una mujer para yo poderme correr lo antes posible, pero sabéis los hombres (las mujeres todavía no, jejeje) que mientras estas follando el coño a la mujer, piensas en que necesitas correrte, vaciar tus huevos, y tu cuerpo pasa olímpicamente de ti y no lo haces? Pues eso me pasaba a mí. Quería descargar mi leche, me concentraba en ello, pero no había manera. Las gotas de sudor ya me caían por mi rostro, y seguía follando a esta madura. Hasta que de repente, note como mis huevos daban autorización, por lo que me tense dentro de su coño. Me quedé quieto y empecé a soltar leche, claro que, con un condón, todo se queda ahí. Cuando acabé, no pude hacer otra cosa que recostarme un poco en su espalda. Ni sé si se había corrido ella, incluso puedo decir que ni la oía jadear, pero cuando acabe yo, volví a la realidad. Espere a que mi pene se desinflara un poco y se saliera de su cueva. Ella se sentó de nuevo en la taza del váter. Me miro y solo pudo decirme:
— Si eres así aquí y con goma, ¿cómo serás en otro sitio, sin goma y más cómodos?
Yo no podía decir nada, me falta el aire, solo pude sonreírle mientras veía como ella me quitaba el condón de mi pene casi flácido y en vez de hacer un nudo y tirarlo al contenedor o pequeña basura que suele haber lleno de papel higiénico, pues lo que hizo fue meter dentro de su boca y como un helado de esos que hay en verano, que son líquidos pero se endurecen, exprimió el contenido mío para así tragarlo, primero saborear mi leche y luego tragársela, mientras me miraba toda feliz y relamiendo me dijo:
— No hay que desperdiciar nunca el semen de un buen empotrador, y menos de un maduro que te mete una de las buenas folladas, como me has metido, y mucho menos de quien te hace cumplir una de tus fantasías sexuales, así que, la próxima que nos veamos, porque lo vamos a hacer, te dejas los condones en casa, que creo que somos lo suficientemente maduros para decir si hay o no problema en usarlos, ¿verdad?
Yo no podía responder nada, seguía recuperando mi aliento, por lo que mientras nos volvíamos a vestir y recomponer antes de salir de la cafetería y de que la encargada me soltará su frase de “este no es el lugar para hacer esas cosas”, Dulce me pregunto si tenía algo que hacer en la noche, porque me invitaba a cenar y hacerlo también después, pero no sería en un restaurante, sino bajo la luz de las estrellas.