Fátima. Banquera.

Tiempo estimado de lectura: 46 minutos.


Lleva unas semanas que en mi vida había cambiado un poco la fortuna, tras recibir un premio en la lotería europea de unos cuantos de cientos de miles de euros, no muchos, pero si para tapar algunos agujeros que siempre se tienen. Tenía una hipoteca que realmente era bastante alta y además mi banco no me daba las ventajas acordes a dicho contrato bursátil que tenía con ellos, por tanto, tenía algunas opciones, la de finiquitar dicha hipoteca o cambiar con otro banco. 


Mire como todos los días mi email y sobre todo no marearme con las ventajas que dan muchas publicidades de bancos, que realmente es marear, porque si no conoces todos los términos bancarios, es casi mejor optar porque te aconsejen, pero hay mucho buitre cuando vas al banco con un premio de lotería. Total, que decidí mirar mi email y miré en la carpeta de recibidos, que tenía un nuevo mensaje con el asunto “Buenos días! Te escribo desde mi despacho del banco donde curro mientras me tomo el primer café de la mañana.”, ya eso me hizo abrirlo, porque normalmente no se dirigen a uno de esa manera desde otras entidades bancarias. Bueno, si tienes millones, si lo hacen, jajaja. Por el interés te quiero Andrés, y no me llamo así.


Al abrirlo, veo que viene de un grupo al que llevo años asociado, y la verdad, me intereso, sobre todo por la foto que se adjuntaba, una mujer con un vestido algo ajustado para estar en el trabajo, bien escotado y corto, casi al medio muslo. Y seguí leyendo “Si has leído mi perfil sabrás que no busco nada serio, pero sí placer, diversión y sobre todo, echar un buen polvo sobre la mesa de mi despacho, haciéndote pasar por un potencial cliente al que tengo que tratar en privado. Tú entras, yo cierro la puerta y me abro de piernas para ti sobre la mesa. Vivo muy cerca de Almería, no hay excusas. Te atreves?”, la verdad es que ni había entrado en dicho grupo, pero ya sabéis, (la curiosidad mato al gato) y entré, directamente a su perfil) y pude leer textualmente “Prefiero a alguien que se sepa lo que se hace en el dormitorio antes de alguien que esté buscando algo serio, solo quiero disfrutar” y además “La verdad es que amor no es lo principal que estoy buscando, lo que estoy buscando realmente es tener algo apasionante, el amor, la verdad es que es secundario”.


¿Mira? Una mujer que sabe lo que quiere y como lo quiere. 


¿Edad de la mujer? 53, un año más que yo, digamos que por poco.

¿Lugar en donde se encuentra? Cerca de Almería, y yo estaba en la ciudad.

¿Estado civil? Divorciada. Como yo. Genial.


Y volví a leer eso que me decía de “Diversión, placer y echar un buen polvo”, además, su propuesta me gustaba bastante, hacía tiempo que no me comía un coño en la mesa de un despacho y menos o, mejor dicho, nunca se lo había hecho a una bancaria, por tanto me gusto que fuera tan atrevida, siempre hay que, casi rogar para echar un polvo, por tanto, me lance a escribir a dicha persona.


Ahhhh, se llama Fátima.


Entonces le puse en respuesta a su mensaje “Buenos días Fátima, me llamo Jorge, y posiblemente sea un nuevo cliente tuyo potencial, tengo algunas dudas bancarias, pero de ellas no te voy a contar nada ahora, solo decirte que tu propuesta me parece tan sugerente que la voy a aceptar. Hoy es jueves y no puedo pasarme ni un rato por tu oficina bancaria, pero ¿qué te parece si mañana viernes me paso y hablamos sobre esos paquetes tan bonitos que tenéis los bancos, y de paso me como tus tetas, tu coño encima de tu mesa y para rematar, echamos ese polvo que tanto deseas y que tiene que ser bastante morboso? Espero noticias tuyas de a qué hora estarás libre para al menos dos horas de charla privada. Besos en tu clítoris, que me gustará darlos en persona”.


Ante todo, hay que ser caballeroso, aunque se juegue con el morbo sexual. La educación sexual por delante.


Sabía que ella había mirado mi perfil antes de mandarme el email, vamos, eso estaba más que claro, y como yo no me corto en nada al poner que es lo que busco, pues ella sabía perfectamente que amores no buscaba, solo disfrutar de la vida y del sexo de mutuo acuerdo y con muchas horas.


Me respondió rápidamente, estaba claro que aún no había terminado su café o al menos no me esperaba yo tan rápida su respuesta, en donde me decía la dirección en donde se encuentra su oficina bancaria, en la calle principal de los bancos, conocida en la ciudad almeriense y además, digamos que a unos cuarenta metros de donde yo tengo un piso, diciéndome que si me venía bien para eso de las dos de la tarde, que no está aún cerrado el banco, pero no atienden a tantos clientes, y así ella estaría para mí, para atender mis dudas y luego seguir con su fantasía. Me dijo también que dependiendo de lo que tardáramos en la consulta financiera, pues podríamos ir a comer a algún restaurante de la playa, pero eso no creo que pasará, no soy tan rápido follando como se deben de pensar algunas personas, por lo que pensé en reservar en uno de los restaurantes que conozco o, mejor dicho, conozco a la dueña, para que nos prepararan una comida tardía.


Realice mis gestiones y llego el día y la hora, me acerque a la entidad bancaria que no daré publicidad gratuita por el simple hecho de que no doy ninguna esa información, y esperé a que me atendiera esta mujer. Note que se iban yendo algunos empleados de fin de semana, se saludaban y bueno, al final me quede con el empleado de seguridad de la entidad. Entonces salió ella de su despacho, se acercó a mí, le indique que había concertado una cita especial con ella, y me reconoció, por lo que me indico que esperará un poco más, mientras daba a sus empleados por finalizada la jornada. Quien no sepa cómo funciona una entidad bancaria de calle, es decir, una oficina, normalmente las últimas personas que quedan trabajando pueden ser algún empleado, el director/a puede que se quede para cerrar y el personal de seguridad, pero entonces Fátima les indico que se podían ir, ya que, señalándome discretamente, les comunico que era una persona de confianza, por lo que no habría problema. Bueno, pues me quede con ella y el personal de seguridad, da igual lo que se haga, no se van hasta que no cierran la entidad. Me hizo pasar a su despacho, cerró la puerta y me senté enfrente de su mesa. Estuvimos charlando un poco sobre mi problema bursátil y mis dudas financieras, por lo que amablemente me resolvió todas mis dudas. También le dije que tenía unas ganas enormes de comerme su coño encima de la mesa de su despacho, en mitad de la conversación financiera, porque para que dejar para más tarde lo que realmente quería hacer. El despacho tenía un ventanal grande pero opaco por lo que apenas se podía ver lo que estaba pasando dentro, de cara a la gente que estuviera fuera, por lo que intentando ella no hacer mucho movimiento extraño, para no hacer que la persona de seguridad (por cierto, una mujer muy atractiva y guapa) pudiera pensar que estaba ocurriendo algo no muy normal, pues se puso Fátima apoyada en su mesa, de pie, frente a mí, que estaba a escasos treinta centímetros de ella, empezó a subirse lentamente su vestido, enseñándome el principio de su tanga del mismo color que su vestido, y claro, uno puede aguantar las ganas de arrancar dicha prenda del cuerpo de la mujer, pero no soy de piedra, por lo que en cuanto visualice su coño tapado por dicha prenda íntima, pues me acerque con mis manos y empecé a acariciar hundiendo un poco mis dedos.


Que delicia es meter los dedos entre los labios de un coño tapado por una prenda íntima, más delicioso es apartar dicha prenda, pero aunque tuviera ganas de quitarla a tirones, me contuve y esperé a que ella abriera un poco sus piernas o incluso se sentara en el borde de la mesa para ofrecerme su cuerpo, al menos lo que yo veía, por eso, cuando sin dejar de mirarme a los ojos, empezó a abrir sus piernas ya que el vestido le dejaba realizar dicha postura, apoyo una de sus piernas o mejor dicho uno de sus pies en mi rodilla, por lo que yo empecé a besar esa pierna enfundada en una media fina y casi transparente. Sabíamos ambos donde acabarían mis besos. Ella puede que tuviera ganas de que llegará rápido o no. Yo tenía ganas de llegar lo antes posible, pero a veces hay que ir calentando el camino, y me dedique simplemente a sacar mi lengua y hacer como una serpiente subiendo lentamente por el interior de su muslo, hasta notar a escasos milímetros la tela de la tanga, aunque si os soy sincero, notaba más el calor interno que salía de su cueva, de la cueva del placer que toda mujer tiene entre sus piernas.


Por ello lo único que podía hacer es retardar la consabida llegada de mi boca a su tesoro sexual. Por lo que agarre el tobillo de su otra pierna, la que estaba apoyada en el suelo de su despacho y la puse encima de mi otra rodilla, mientras dejaba que se sentara completamente en el borde lateral de su mesa, mientras me miraba. No nos decíamos ni una sola palabra. Había un silencio alucinante. Creo que lo único que oíamos era una mosca, volando por el despacho. Pero con tanto silencio yo sabía que en cuanto esta mujer empezará a gemir o jadear, cambiaria dicho sonido ambiental y posiblemente alertará a la persona que estaba fuera del despacho, por ello pensé en hacer una de mis comidas sensuales pero necesarias para no oírse mucho. 


Realice el mismo movimiento de subir con mi lengua por el otro muslo y entonces al llegar a su tanga, simplemente hundí mi lengua entre sus labios, empapando la tela, notando como su coño ya estaba hinchado y sobre todo, intentando localizar su clítoris (cuidado, sé dónde está, no cambia de sitio en ninguna mujer, jajaja, pero con un tanga puesto, por muy fino que sea, siempre se esconde mejor) así que, una vez localizado mi lengua se puso dura y así realice mi comida de coño lento, sin pausa, pero lamiendo y absorbiendo todo lo que tenía pegado a mi boca, es decir, sus labios, su clítoris, la entrada a su vagina, todo tapado por dicha tela. Creo que hubiera sido mejor que se la quitará ella, porque estaba tan húmeda como cuando os metéis en el mar o en la piscina con un bikini o bañador, completamente mojado, pero sin una lengua que os haga estar así. Y yo seguía en mi trabajo bucal. Ni me cansaba de hacerlo, tampoco me cansaba de la postura, y Fátima creo que estaba disfrutando, al menos su cuerpo si lo hacía, porque ya empezaba a soltar gemidos suaves.


Yo sé que ella quería ya ir directamente al sexo.

Sé también que deseaba que le metiera sino mi polla al menos unos dedos dentro de su coño.

También sabía que necesitaba sentirse follada en su despacho para realizar su fantasía, pero en ese mismo instante, sonaron unos nudillos en la puerta de su despacho, y sabíamos que era necesario recomponerse las prendas y atender a esa llamada. Ella se bajó el vestido. Yo seguí en mi postura de sentado en la butaca en la que estaba, como si no pasará nada. Fátima abrió la puerta, salió de su despacho y charlo con la empleada de seguridad sobre algo que no escuche, tampoco era cuestión de enterarme de que pasaba. Creo que tardo al menos unos dos o tres minutos, y volvió a entrar, cerrando la puerta, pero ahora sin pestillo, es decir, note que simplemente la dejaba cerrada, pero se podía abrir girando la llave.



— ¿En dónde nos habíamos quedado? — es lo que me dijo Fátima volviendo a ponerse en casi la misma postura en la mesa, antes de que nos interrumpieran. 


Hay que dejar una cosa clara, por si los hombres que lean esta historia no lo sepan. Las mujeres saben que estaban haciendo en todo momento, incluso haces esas preguntas para indicar al hombre por donde tiene que continuar (si les está gustando, ya que, si es al contrario, no hacen la pregunta, directamente cambian el rumbo ellas solas), y sobre todo, seamos sinceros señores, ellas son las que dirigen los juegos preliminares, que aunque creamos que somos nosotros, no es así, jajaja, ojala. Y aclarada esta posible duda, sigo contando como me comí ese rico coñito de una mujer madura que sabía lo que quería. Y no penséis mal aún, que os voy conociendo.


Volvíamos a tener ese silencio en el despacho.

Volvía Fátima a subirse su vestido, ahora hasta la cintura, ya no necesitaba tapar nada. Veía completamente su tanga pegado a su cuerpo, en este caso, con toda mi saliva, muy pegado a su cuerpo, dibuja el contorno de sus labios, incluso notaba como se le había metido un poco por su raja, momento más caliente para mis ojos y mi deseo de follarme a esta hembra que en breves momentos se convertiría en una verdadera puta gozando, o eso esperaba yo.

También he de indicar que como no soy de piedra, mi polla estaba atrapada por mi bóxer y pantalón, por la postura en la que estaba sentado y la verdad, dolía ya al tenerla más dura que las patas de la mesa en donde Fátima estaba sentada, pero a veces tenemos que hacer sacrificios para luego recibir el placer necesario y alivio de dicho dolor. 


Fátima me guiño el ojo y seguimos con mi comida de coño, pero ahora ella me facilitaba un poco la labor, ya que se apartó con sus dedos, parte del tanga, así podría lamer y saborear sus labios, su clítoris y sobre todo, poder meter mi lengua en esa cueva impregnada de todo tipo de fluidos vaginales y al tener un año más que yo, digamos que los fluidos menstruales ya no estaban en dicho cuerpo desde hacía unos años, según me contaba, por tanto, podíamos incluso hacer otro tipo de guarradas, pero ahora tocaba comerme ese rico coño.


Indico para quien no se haya dado cuenta aún, que sus tetas seguían tapadas, no estaban al aire. Hay que mantener una postura por si entrará alguien, y su coño se tapa rápidamente bajando su vestido, así que, sabiendo cómo estaba ella, yo seguía vestido y con un dolor por mi empalme, a lo que junte mi boca contra su coño y no paré de lamer y chupar cada rincón y milímetro de tan preciado tesoro que tenéis las mujeres, y digo cada rincón, porque al no te pubis, es decir, estar depilada completamente, podía comer, pasar mi lengua por cada milímetro de dicha zona de su cuerpo, incluso me atreví a meter mi lengua en su ano, pero apenas podía, por la posición en la que estaba ella sentada, aunque no le disgusto mucho que lo hiciera.


Entonces mis dedos si empezaron a jugar por sus muslos. Mis manos acariciaban los muslos por fuera y por dentro.

Mi boca jugaba con sus labios.

Mi lengua incluso jugaba animada con su clítoris.

Su boca sacaba ya unos buenos jadeos.

Sus piernas estaban completamente abiertas, incluso una de ellas estaba apoyada en mi espalda.

Realmente si hubiera entrado la mujer de seguridad, se daría un espectáculo visual muy morboso, y aunque yo estaba concentrado en mi tarea de comer bien a esta mujer, tampoco me hubiera preocupado tener a dicha empleada detrás de mí, pero no fue así, lastima, pero no entro. Ahhhh, por si no lo he comunicado, Fátima es de pelo moreno oscuro, y la empleada es de un rubio castaño que, si os soy sincero, en ese mismo momento, mientras comía ese rico coño, cerrando mis ojos pensé que nunca había follado con una rubia y morena a la vez, y eso incluso me puso más cachondo aún, pero yo seguía comiendo ese rico coño. Hinchado. Abultado por la excitación y necesitando si o si de ser follado. Pero, aunque sea un cabrón, soy un caballero y no era el momento aún de penetrar a esta mujer.

Cuando como un coño, me tomo mi tiempo, para una comida mala, mejor quedarse a régimen.


Realmente yo me estaba dando un atracón de gustativo, porque puedo parecer repetitivo, pero para mí uno de los manjares y placeres que tengo es comer tranquilamente un buen coño. También me gusta los pezones y tetas de la mujer, pero donde se ponga un buen clítoris sensitivo al tacto (todos lo son, quería puntualizar) y unos labios altamente excitados, la verdad es que una paella o un cocido o un solomillo o una ensalada del chef, no llegan a tal grado de satisfacción para mi persona. Siendo sincero podría incluso estar todo un día comiendo a una mujer antes que alimentarme, pero si encima te lo ponen a la altura de que no tienes que poner una postura complicada para comerlo, si encima te dejan que te deleites con dicha práctica oral, y si encima gozan de lo que le haces, pues la verdad, podría haber estado comiendo más rato, pero entiendo que también las mujeres necesitan otras caricias y posturas sexuales, por eso, hasta que esta mujer ardiente, banquera no se corrió, digo “corrió” como venirse o como llegar a su éxtasis de orgasmo, pues hasta que no me lleno la cara con su orgasmo, yo no deje de comerme ese rico coño. Incluso cuando lo hizo, apretó sin querer, por instinto suyo, cerro sus piernas sobre mi cabeza, casi ahogándome, pero sin hacerlo (yo sé cómo respirar con los muslos aprisionando mi cabeza) y noté como le vibraba su cadera, como explotaba por dentro tras mi comida.


Cuando ella seguía teniendo espasmos por lo que le hice, me separé de ella, relamiendo mis labios, y entonces miré a su cara, estaba como cuando una mujer se corre, con los ojos cerrados (no todas lo hacen así, también hay que puntualizar en esto), jadeando e intentando recuperar si es que podía su aliento. 


Entonces, mientras yo me relamía con grato manjar le oí decirme (ella lo decía a palabra suelta, es decir, una palabra y respiraba, otra palabra y recuperaba poco a poco el aliento, pero aquí lo escribiré de seguido):

— Vaya, vaya, no sabía que tenía ante mí un buen comedor de coños. Chico, la verdad es que eres de los pocos que me han hecho llegar al orgasmo sin apenas hacer nada, bueno, nada no, me lo has comido muy bien, también que necesito unos minutos para recuperarme. Aunque veo que para ti no ha sido mucho esfuerzo, porque sigues con casi la misma cara que cuando no me lo estabas comiendo, y siento decirte que, aunque me has dejado bien satisfecha, no vamos a dejar esto así. Ya sabes que una hembra, cuando la ponen fina filipina en un oral, quiere más, y ahora quiero tu aparato (que estará pidiendo a gritos ser liberado de su mazmorra en la que lo tienes secuestrado, — sonriendo y con cara de malicia me estaba diciendo todo eso, o dicho de otro modo, con cara de salida y excitada al máximo exponencial posible — que lo sé yo) pues ahora te vas a poner en la misma postura que yo, y yo me voy a poner en tu sitio, y vas a saber lo que es una verdadera mamada, aunque quiero que veas a una persona que ha estado todo el rato preparando lo que ahora te voy a enseñar.


Me giré para atrás mientras me levantaba del sillón o silla de su despacho en donde yo había tenido ese delicioso acto con ella. Estaba la empleada de seguridad con la puerta abierta. No la oí abrir la puerta, tampoco estaba por la labor de hacerlo mientras le comía el coño. 


Presento a su mejor empleada y a la vez pareja secreta. Se llama Julia, pero ella prefiere que la digan “Juli o Yuli” así que la llamaremos Yuli. Es una mujer casada, aunque según ella, está casada pero como si no lo estuviera. Me dijo que tenía 45 años, aunque si os soy realmente sincero no aparentaba para nada esa edad, yo le hubiera echado a lo mucho 37 o 38 años, porque la verdad es que estaba tremenda o es que el uniforme de seguridad bancaria la hacía parecer eso, pero también me fije en su rostro, sin maquillaje alguno y no aparentaba esa edad. Tenía dos hijas ya estudiando en la universidad, por tanto, digamos que su vida sexual no es que fuera muy animada con todo el tiempo que tenía, pero bueno, ella hoy no era la protagonista sino solo una mera espectadora, aunque luego me enteré por ella que no participo con nosotros en ese mismo instante, porque estaba en sus días de menstruación, y no era cuestión de hacerlo, aunque luego supe que le daba igual, pero al no conocerme, pues me respeto por si yo no quería hacerlo (que a mí me da igual).


Entonces Yuli se sentó en el otro sillón o silla que había (suelen tener siempre dos en los despachos, no sé el porqué, pero así es) y lo puso para deleitarse del espectáculo que iba a ver. Digamos que podría decirse que estaba sentada en una posición como una directora de cine porno, pero sin serlo, solo mirando. No sé si era el morbo de Fátima o de Yuli, pero así lo hicieron.


Yo me senté en el borde de la mesa.

Fátima me bajo los pantalones y bóxer hasta mis tobillos, incluso me ayudo a quitarme dichas prendas y así estar incluso más libre de mover.

Separo un poco mis muslos y sin estar abierto de piernas como lo hizo ella antes, Fátima puso sus dos manos recubriendo mis testículos y sin mirarme para nada, abrió su boca y se fue metiendo lentamente mi pene en su boca, pero tan lento que a veces la sacaba, saliva de nuevo y volvía a meter un poco más. La verdad es que nunca me lo habían hecho así, o bien escupían y me lubricaban con su saliva para meterla, o bien la mojaban en su coño y luego se la metían en sus bocas, o bien las untaban con cualquier liquido bebible o comestible, o bien simplemente lubricaban con su lengua alrededor. Yo no es que tenga una polla larga, jajajaja, ni la quiero la verdad, pero sí sé que es gorda, muy gorda y claro, tanta carne casi seca hay humedecer bien para que entre en una boca. Por eso Fátima seguía sacando y salivando para meterse un poco más. Estuvo un buen rato, y mi aparato seguía a cada instante más duro, porque lo tenía duro desde que le empecé a comer el coño a ella. Y seguía con su laboriosa manera de tragarse mi rabo. No sé cuánto tiempo estuvo, la verdad, pero puedo asegurar que más de quince minutos si tardo en llegar su nariz a tocar mi pubis depilado, no rasurado, sino sin ningún pelo, porque uno le gusta que no haya pelos donde pueden comer y no tener que estar escupiendo pelos como una gata, jajaja. Y cuando consiguió tragarla entera, se quedó quieta. 


Ojos cerrados.

Respiración acelerada.

Garganta relajada al máximo.

Cabeza quieta.


Y de repente siento en mi polla, como las paredes de su garganta, creo que incluso su campanilla también tuvo que hacer algo, pero yo notaba como me oprimían y liberaban, oprimir y liberar músculos alrededor mía. 


Yo nunca había sentido eso, la verdad es que se aprende mucho de cada mujer.


Todo esto, sin moverse ella, seguía con su cara pegada a mi pubis. Incluso su melena le tapaba su rostro por los lados. Y seguía con su movimiento muscular de garganta.


Juro por mi sangre que tenía ganas de descargar lo que fuera dentro de ella, pero aún no era ni el momento ni la posición para que tragará mi leche, por lo que solo pude mirar a Yuli y con la cara de vicio que tenía ella, cerré los ojos y pensé que era el momento de comerme la boca o las tetas de esta empleada, pero como mis pensamientos nunca se hacen realidad, solo disfrute de la verdadera “garganta profunda” que Fátima me estaba realizando.


Después de estar un buen rato tratando magistralmente mi rabo, se separó de la misma forma que se metió mi rabo, lentamente, sacando y metiendo muy lento, hasta que al final saco mi capullo del cual colgaba un hilo de babas de su garganta y recupero el aliento.


Y ahora viene lo que no me esperaba de estas dos mujeres. Se ponen a comentar entre ellas, y yo oyendo todo, mientras seguía con una erección de caballo. Expongo lo que dijeron ambas:

— Pues sí, la verdad es que ha aguantado mucho, normalmente los hombres no aguantan nada y se corren o descargan muy rápido la leche.

— Yuli, amor, no se ha corrido. Este tío, no me ha llenado la garganta de leche. Aún no lo ha hecho. Porque no he tragado nada, y la verdad es que me tiene sorprendido este nuevo cliente.


Yuli le responde a su jefa Fátima:

— Cariño, ¿no ha echado ni una sola gota en tu garganta y boca succionadora? Este hombre es un fenómeno, pocos aguantan nuestra “garganta profunda”, puede que necesite de dos gargantas para hacérselo, jajaja, pero si, es un buen fichaje, pocos tienen ese privilegio, así que, creo que debemos de seguir haciendo nuestras pruebas.


Y Fátima le responde dando un beso a su empleada en la boca:

— Nena, a este hombre le saco yo la leche como sea, pero vamos a preguntarle si realmente es que aguanta mucho o es que está a punto de explotar, porque ya son más de las tres de la tarde y mira como tiene su falo, erguido y brillante.


Entonces yo les respondí sabiendo que ambas eran al menos pareja sexual, o lo que comúnmente se denomina “bisex” jajaja:

— Chicas, a ver, por un lado, tengo mucho aguante, pero no os negaré que desde que empecé a comerle el coño, la tengo dura y con un dolor de huevos que necesito en breve descargar su contenido. Solo que hay una cosa que no sabéis o debéis saber, y es que normalmente con una mamada o garganta profunda yo no me corro, de nunca. Ha habido mujeres que lo han intentado, y lo único que han conseguido es un dolor de nuca o casi una tortícolis, por tanto, si no meto dentro de un coño o un culo, y follo fuerte, no me corro ni aunque piense en lo más relajado de esta vida. Así que, vosotras veréis, pero si queréis las dos mi leche, una de las dos me tiene que dejar que le folle su coño o culo, eso me da igual, bueno, no, prefiero realmente una vagina, siento más, y así poder daros vuestro manjar blanco y líquido.





Se miraron las dos, sonriendo, y sabíamos quien me iba a dar ese placer. Por lo que Fátima se puso en dicha silla, sentada a cuatro patas, y abriendo sus nalgas al máximo me ofreció que la follará por el agujero que quisiera, por lo que yo me agache para recoger mi pantalón, sacar de un bolsillo unos condones para ponerme, pero entonces Yuli me dijo:

— Jorge, ¿estás sano? No tienes ninguna ets, ¿verdad?


A lo que yo le respondí:

— Claro que lo estoy y quiero seguir estando, por tanto, mejor curar que lamentar.


Y Yuli junto a Fátima, me dijeron las dos a la vez:

— Métela al natural, tonto, que se siente mejor, y ambas estamos al día, y bien sanas como tú y queremos seguir estándolo. Mete al natural, que gusta más. 


Pues no iba a ser de los que, aunque le digan que están sanas, se pone el condón porque desconfía de todo el mundo, aunque respeto a todo el mundo, aunque a mí no lo hagan, pero yo si hice caso a estas dos mujeres y solté los condones en la mesa del despacho de Fátima.


Me acerque a su culo, precioso y amplio (pero ni voluptuoso ni exagerado, en su justa medida), de tantas horas sentada en su puesto de trabajo. Al estar completamente abierto, solo agarre mi polla un poco y roce sus labios apretados hasta llegar a su clítoris, luego subí de nuevo hasta llegar a su esfínter, volví a repetir el mismo movimiento varias veces mientras veía como Yuli seguía observando lo que le estaba haciendo a su pareja en secreto y jefa en la vida laboral, por lo que tras varias veces estimular su cuerpo de dicha manera, subiendo y bajando lentamente mi capullo por sus labios, clítoris y llegando a su ano, lubricando mi capullo con sus jugos, escuche como entre ellas hablaban de lo que le estaba haciendo, y entonces apunte a su cueva, entré lentamente, tan lento que Fátima gemía y le decía a Yuli como estaba sintiendo entrar ese trozo de carne, y así, poco a poco, fui metiendo mis pocos centímetros de carne, los diecisiete que no necesito más, aunque todo el mundo sabe que no entran todos, siempre se queda uno o dos fuera, dependiendo de cómo sea la postura o el obstáculo de huesos o músculos que haya de por medio, hasta llegar al final, el final de donde podía meter.


Me agarre a sus caderas, enérgicamente y sin decir nada de nada, saque lentamente y empuje con todas mis fuerzas contra sus nalgas, creo que se levantó un poco el sillón en donde estaba Fátima, por lo que me quedé quieto esperando que su cuerpo volviera a la postura inicial, sin moverme yo, casi como una estatua. Por supuesto que ella grito, ya que no se esperaba esa embestida. Yuli seguía mirando y sonriendo. Sabía lo que su jefa estaba sintiendo. Todas las mujeres que las han penetrado con fuerza, saben lo que se siente dentro de sus coños. 


Volví a agarrarme con firmeza en sus caderas. Eso era una señal para ella de que volvería ha realizar de nuevo el movimiento. Y así lo hice. Empuje con todas mis fuerzas. Volvió a moverse el sillón, pero ahora no se quedó con dos patas apoyadas, ahora se trasladó unos milímetros de la posición en la que se encontraba antes. Volví a quedarme quieto, dentro de ella. El sonido de mi embestida envolvía el silencio que había en su despacho y prácticamente toda la oficina bancaria, porque no había nadie más que nosotros tres.


Agarre de nuevo su cadera, pero ahora con una sola mano. Fátima sabía perfectamente lo que le iba a ocurrir en este mismo instante. Inhalo una bocanada de aire. Contrajo su culo o creo que es lo que estaba haciendo, porque mientras se sacaba no del todo mi polla de su coño, yo sentía como me oprimía, y sin esperarlo, volví a entrar con la fuerza de un toro cuando embiste. Ahora nada más penetrar su coño con tal dureza, mi otra mano le dio un azote fuerte, sonoro y a la vez le dejo mi mano marcada en su nalga, ya que no la quite, la deje para que sintiera el calor del golpe y toda mi mano (abierta, por cierto). Yuli vio también como se lo hice. No sé si les gustaría, pero hay que probar todo en esta vida. Fátima ni se quejó, solo jadeaba. Entonces se intentó incorporar un poco, pero noto de nuevo como mi mano apretaba su nalga. Sabía que, en breves milésimas de segundo, su coño estaría perforado duramente.


Al estar en dicha posición y con las embestidas anteriores, de su coño salía un pequeño hilo de sus jugos vaginales cuando yo sacaba por tercera vez y no del todo, mi pene de esa cueva inundada de jugos pre orgasmales, porque estaba claro que estaba a punto de tener dicha explosión en su cueva. Arremetí de nuevo contra ese culo, porque para mí en estos momentos no era una mujer divorciada, no era tampoco la segunda directora de la oficina bancaria, ni la jefa de la empleada que nos estaba mirando. No era tampoco ni una mujer normal y corriente. Para mí estaba siendo un agujero en donde meter mi polla, deseosa de llenarle el coño de leche, pero sin hacerlo. Ese cuerpo que me había proporcionado un lugar donde descargar mi líquido seminal para así poder sentirme ese macho egoísta que todos tenemos dentro. 


Mi cuerpo está vez necesitaba acabar ya, mis testículos no es que estuvieran hinchados, pero sentía por dentro como era necesario descargar por fin, por lo que les dije a estas dos hembras caliente:

— ¿Queréis ya vuestra ración de semen en vuestras bocas o caras?


No dudaron en nada ambas, las oí decir al unísono:

— Queremos tu néctar de macho.


Por lo que Yuli se levantó del sillón en donde había estado viendo el espectáculo, y Fátima se descolgó de la postura en la que estaba. Arrodillándose ambas y juntando sus cabezas, mientras se besaban lascivamente y yo en medio de ellas, solo tuve que dejar que me lamieran un poco por debajo de mi capullo Fátima y Yuli por encima, como cuando acaricias con la lengua una superficie circular.


Solté un primer chorro que no sé dónde caería, porque mire al techo del despacho.

Volvió a salir otro chorro de leche no tan abundante y concentrado como el primero que era casi grumoso, pero era un chorro, que tampoco vi donde caía en sus rostros.


Salió ya el tercer chorro, esta vez sí que apenas era abundante, es más creo que fue una tercera parte del primero y si vi donde caía. Entre las tetas de Fátima, porque la muy puta, sí, muy puta, se había bajado su vestido y teniendo su pecho al aire, creo que le cayó sobre el canalillo (para quien no sepa lo que es un canalillo, es justo donde se juntan las dos tetas, simple y claro) y lo vi porque baje mi cabeza para ver a estas dos hembras como gozaban del que era ya su nuevo amante. Era y soy. Porque así lo han decidido ellas.


Yo solo pude sacar de mis entrañas ese alarido cuando el hombre se corre (o se viene o se descarga sus huevos, llamarlo como queráis) y entonces ya sin apenas aliento, pero con respiración les dije a las dos:

— ¿Os ha gustado o necesitáis más pruebas para convenceros de que los maduros aún sabemos follar a dos maduras salidas como vosotras?


Yo no sé para qué coño hice la pregunta, ¿por qué sabéis lo que es “pasar olímpicamente de una persona”? Ni me contestaron, estaban deleitándose con mi esperma, estaban entre ellas recogiendo mis goterones y líneas que se habían posado en sus rostros y tragando cual manjar exquisito.


Entonces me recosté sobre el borde de la mesa del despacho y me quedé viendo como dos mujeres, dos hembras, dos maduras se besaban y relamían su tesoro. A veces hay que disfrutar de lo que te ofrecen, es tontería cortar el rollo bollo entre ellas, así que mientras mi pene empezaba a desinflarse y mientras mi respiración iba recuperándose poco a poco, yo veía como dos hambrientas de polla y semen, se recreaban entre ellas. Estaba más que claro que no era la primera vez que lo hacían delante de su semental o al menos el hombre que habían elegido ambas para darles placer.


Pero. Y digo “Pero”, yo no me había follado a Yuli. Y quería, no en este mismo instante, pero quería hacerlo. Imaginaba como era su cuerpo sin el uniforme de seguridad. Incluso imaginaba que, si Fátima estaba depilada en su coño, Yuli también lo estaría. Incluso imaginaba tener esos dos “coñitos” abiertos para mi degustación. También imaginaba varias posturas con ellas dos, tanto imagine que no me dé cuenta cuando las dos “a gatas” (o cómo andan los animales de cuatro patas) se acercaron a donde yo estaba, escasos tres pasos y besando mis muslos (cada una en una pierna mía) subieron hasta mis huevos, sonriendo empezó Fátima diciéndome mientras Yuli le seguía:

— Nos has gustado. Me has gustado. Si queremos que seas nuestro nuevo macho alfa. Realmente quiero que me empotres como nunca has empotrado a una mujer. Queremos sinceramente seguir en contacto contigo, aunque no sea a diario con las dos. Quiero que nos abras en canal y destroces nuestros cuerpos, pero también quiero que sepas que ni somos sumisas ni amas ni nada de ese estilo, solo somos dos mujeres que disfrutamos como nos da la real gana de nuestra sexualidad y eso que quede bien claro, porque nosotras seremos las que te llamaremos cuando necesitemos de tu cuerpo, de tu polla y de tu ardor sexual, siempre que puedas tú, está claro. — Fátima indico mirando a Yuli — Y quiero que hoy te folles a esta zorrita casada, que sé que tiene el coñito muy ardiente y deseoso. Pero sabes que estoy en mis días — dijo Yuli a su jefa en plan de negación — y que, si me lo hace ahora, mancharé mi uniforme. — Yo estaba ahora de mero espectador, desnudo completamente y apoyado en la mesa, solo me faltaban las palomitas y la bebida — Ya lo sé amor, pero en cuanto salgamos de aquí, iras en ropa de calle, sin el uniforme y quiero ver cómo te folla, como te hace suya y, sobre todo, quiero ver cómo te corres, que me encanta. — Digamos que casi era una orden, pero sin serlo, mientras Fátima seguía tocando los restos de mi semen por sus tetas. Entonces Yuli me miro y me dijo — ¿Tú tienes problema por follar con la menstruación? Porque estoy en pleno segundo día y si te da asco, lo entenderé, pero me muero por hacerlo. — Yo girando mi cabeza de un lado hacia otro le indique que no tenía ningún problema, es más en esos días es cuando la vagina está muchísimo más sensible, creo que todo el cuerpo de la mujer está híper sensible, así que no tendría que hacerle mucho para que llegará al orgasmo que, por cierto, se me olvido decir que Fátima se corrió varias veces mientras la estaba follando, cosas que suele pasar cuando cuentas tus vivencias. No sé si las dos son multiorgásmica o es que son de orgasmo fácil. Aún no lo he descubierto, jejeje, tampoco tengo prisa por hacerlo.


Por lo que cuando se cansaron de besarme mi polla flácida y relajada (las mujeres saben ponernos empalmados y también saben hacer que descanse nuestra sangre y relajarnos, que diosas de la lujuria son, gracias chicas), se empezaron a levantar y una vez que estaban ambas besándose y acariciándome, nos preparamos para vestirnos los que estábamos desnudos o casi desnudos, y nos dirigimos a cerrar la oficina e irnos a comer a algún sitio, eran creo que las tres y media de la tarde, casi las cuatro. Restaurantes abiertos a esa hora apenas había, y cocinas en funcionamiento, no lo estaban. Pero como yo había sido previsor, les indique que al menos una comida para dos teníamos guardada en un restaurante de una amiga mía que, aunque no pudiéramos comer en dicho local, podríamos recoger la comida e irnos si ellas querían, claro, a mi piso o apartamento y así incluso podríamos hacer cualquier cosa, siempre que no tuvieran que hacer más cosas ellas.


Yuli me dijo:

— No está mal, porque incluso podemos hacerlo en la ducha, y así no mancho mucho. Llamaré a mi “estúpido” — refiriéndose a su esposo, estaba claro — para decirle que hoy como casi todos los días llegaré tarde, mucho trabajo en el banco. De todas formas, como que ni le da importancia.


Y Fátima, sonriendo y con una cara lasciva a más no poder, me dijo también:

— Yo no tengo que dar explicaciones a nadie, solo a mi hija, que también está acostumbrada a que su mami llegue tarde para comer, y más un viernes, por tanto, lo de comer en tu casa o piso, me parece bien, porque ahí seremos más libres y podremos hacer lo que nos dé la gana, siempre que el anfitrión lo permita y desee. 


Entonces les dije a qué escasos metros tenía mi piso en la ciudad, en la misma calle de los bancos, y nos fuimos (cerrando ellas la oficina, yo fuera, porque no tengo porque saber lo que hacen para dejar las alarmas puestas, es confidencial de solo los empleados de banca, los que tienen las oficinas a pie de calle, claro) y nos dirigimos hacia el restaurante que, aunque no estaba cerrado, no había comensales comiendo ya, algún que otro tomando un café o una copa después de su almuerzo. Me dirigí a la barra. Indique que tenía reservado una comida para llevar. Pague y nos salimos de dicho local, los tres, en dirección a mi segundo hogar, porque no es el oficial, ese está en otra ciudad cercana.


Mientras íbamos por la calle, me fije en los culos ricos de estas mujeres, teniendo en cuenta que Yuli vestía un pantalón vaquero lo más ajustado posible a sus piernas, creo que incluso le hacia una rica raja de su culito, casi podría decir que le contorneaba muy bien sus nalgas, separadas y dejaba imaginar lo que abría tras esa tela vaquera. Fátima seguía con su vestido, no ajustado como una segunda piel, pero si ceñido, dejando a toda persona que la viera, que tenía una bella o atractiva figura.


Vamos, que iba rodeado de dos preciosidades maduras. Yo nunca me he sentido importante cuando voy por la calle, incluso si la compañía lo fuera, aunque en este caso tampoco me sentía así, pero si es cierto que, habiendo gente por la calle, no sé por qué las mujeres con las que nos cruzábamos, me echaban unas miradas y los hombres otras distintas. Yo no soy atractivo, digamos que normal, pero ellas dos, una rubia y otra morena, digamos que hacían que alguna envidia (buena o mala) si emitíamos, pero digamos que paso de ese tipo de temas. Al llegar a mi portal, abrí la puerta y como un buen caballero, dejé que entraran ellas. El ascensor que subía a mi planta, no es que sea ni estrecho ni muy amplio, pero tres personas dentro digamos que nos rozábamos un poco, y más cuando estas dos mujeres (tras cerrarse la puerta y empezar a ascender) empezaron a comerme la boca, a sobarme por todas partes, sin yo haber producido nada para que lo hicieran, y claro, sigo diciendo que uno no es de piedra, que te metan mano dos mujeres por todas partes, cuerpo entero, por delante y por detrás, una detrás mía, pegando sus tetas a mi espalda, y la otra pegada a mi pecho, sus tetas se aplastaban contra mi torso, joder, que me empalme de nuevo. No sé si es un juego de ellas o un simple arrebato de pasión desenfrenada, pero hasta que no se abrieron las puertas del ascensor, no pararon en ningún momento. Siendo sincero, así da gusto subir o bajar en un ascensor, sobre todo si son diez plantas y mi piso es el ático de dicho edificio.


Cuando las hice pasar a mi casa (indico que la llamo casa cuando en realidad es un piso, con amplia terraza, casi la mitad del piso) y mientras dejaba las bolsas con la comida, ellas se quitaron parte de su ropa para estar cómodas, en el salón. Les enseñe rápidamente mi piso, sabían donde estaba la cocina, cerca del salón, en donde deje las bolsas. Luego le enseñe mi habitación de dormir, la cual era bastante grande, con un baño incluido, digamos que eran dos habitaciones de matrimonio en una, ya que mi cama de dos metros de largo por casi cuatro de ancho, estaba en el centro de la habitación. También le enseñe mi cuarto de distracción o de concentración como yo le llamo, que en realidad es una habitación normal y corriente con una mesa pequeña de despacho, portátil y una cadena de música con tocadiscos (ya sé que existen pocas, pero yo aún sigo oyendo música en discos, no cd o mp4 como se hace ahora. Con unos buenos altavoces grandes, (no de los que hay en los conciertos, pero tampoco de los pequeños que puedes ver en las discotecas o bares) y un sillón de relajación, (a veces me puedo permitir algunos caprichos) y algo que tengo aún de cuando era joven, una consola de videojuegos, Xbox de las primeras que se fabricaron y que sigue funcionando después de tantos años, con algunos juegos. Después las enseñe el baño de servicio, que tengo casi a la entrada del ático, y sobre todo la terraza, la cual en verano es casi como un solárium y en invierno es casi como estar en mitad del campo, viendo las estrellas de maravilla.


Tras esta visita guiada, le indique que tenían total libertad de quedarse como quisieran, y entonces ambas, Fátima y Yuli me preguntaron con cara de viciosas:

— ¿Cómo nos dé la gana? ¿De verdad?


A lo que les afirme con la cabeza mientras me dirigía a la cocina para preparar unas bebidas fresquitas. 


No puedo creer que a veces las mujeres se tomen tan directamente lo que les decimos los hombres, porque cuando volví con dichas bebidas, estaban completamente desnudas las dos. Se habían quitado todo, y digo todo porque estaban incluso descalzas. Sentadas en el sofá, esperando a este hombre. Así que, cuando deje los vasos en la mesa que había cerca del sofá, ellas se levantaron y sin decirme nada, empezaron a quitarme toda mi ropa, delicadamente, pero sin pausa. Había que estar todos cómodos, o creo que eso pensaron, entonces solo pude decirles algo que no se esperaban o que no creían que también practicará:

— Anda, sois naturistas como yo, genial, sin tapujos, aunque en cuanto alguna tenga frio, puede taparse.


Recuerdan que en el ascensor me pusieron empalmado, ¿verdad? Pues seguía empalmado, por eso cuando ambas me bajaron el bóxer (porque no uso otro tipo de prenda íntima, estoy cómodo desde siempre) y notaron mi dureza, ni se lo pensaron un momento, ambas bocas se abrieron y casi como dando besos succionadores, desde mis testículos o huevos, hasta mi capullo no pararon de lamer y besar todo mi tronco. Me pillo desprevenido, pero también me agrado. Por eso les dije:

— ¿No teníais hambre?


Para que hacer preguntas tontas a dos mujeres que con una acabas de follar. Pero yo las hago. Por eso Fátima me respondió mientras seguía por su lado, poniendo mi polla dura, ya que Yuli estaba por el otro lado:

— ¿Y qué te crees que estamos haciendo?


A veces pienso que es mejor no preguntar, porque te puedes llevar contestaciones obvias.


Yo la verdad es que estaba casi famélico porque tenía hambre, después del ejercicio que habíamos hecho anteriormente en el despacho, por lo que me vendría de lujo comer y recuperar fuerzas, pero siendo honesto, cuantas veces me vería en dicha situación, cuando dos mujeres, sin estar de rodillas a mi lado, me estarían haciendo un tratamiento bucal de esta manera, así que la deje hacer mientras yo acariciaba sus espaldas, sus culos, porque estaban semi agachadas de cintura para arriba, y claro, con cada mano podía tocar sus generosos culitos, que ganas tenia de volver a follar, en el caso de Fátima y probar en el caso de Yuli, pero aprendí hace mucho tiempo que cuando una mujer te come, chupa o te hace una mamada en tu polla, no la distraigas mucho, no le digas que deje de hacerlo, incluso no le quites su dulce de la boca, porque ellas lo hacen con deseo, con vicio y sobre todo porque también se excitan de esa manera, así que las deje un buen rato. Mi polla dura como un mástil sin bandera.


Entonces se incorporaron y sonriendo se marcharon para el baño de mi habitación, no sé lo que hicieron, pero tardaron poco y entonces con cara de “¿Ha pasado algo interesante en nuestra ausencia?” que no lo había pasado nada. Me tenían descolocado, no sabía si querían follar, si querían comer comida o si querían seguir jugando, así que solo les dije una cosa:

— ¿Comemos dentro, en el salón, o fuera, en la terraza?


Os recuerdo que estamos los tres desnudos. En pleno mes de octubre, siendo un viernes casi las cuatro y media de la tarde, en mi ático de la calle de los bancos de la ciudad de Almería. No es que hiciera mucho frio en la calle ese día, al contrario, hacia incluso algo de calor, pero no es lo mismo a pie de calle que a doce plantas de altura. Alguna brisa siempre hace en mi terraza. Ellas salieron totalmente desnudas a la terraza, se dieron una vuelta por todo lo que podían andar, completamente desnudas, incluso mirando alrededor, por si había muchas torres cercanas o viviendas que pudieran verlas, y entraron de nuevo y me respondieron que mejor fuera, se estaba bastante bien.


Entonces yo entré en mi cuarto y enseguida salí con una toalla negra, la puse en una de las sillas que tenía y en donde íbamos a sentarnos para comer la comida los tres, con una mesa de madera maciza y acondicionada para estar al aire libre, y le dije a Yuli:

— Aquí te puedes sentar, por si saliera algo rojo de donde ya sabes y no quieras mancharte o manchar tú.


Me planto un beso en toda mi boca metiendo la lengua casi hasta la campanilla, y me contesto esta rubia:

— Mira Fátima, además es un caballero que piensa en mí. Va ganando puntos por momentos. Buen fichaje creo que hemos hecho, sí.


Y nos pusimos a comer. Os resumo un poco lo que estuvimos hablando mientras comíamos, porque es bastante largo.


Fátima no era andaluza, sino catalana, de Tarragona, que cuando se divorció de su marido, quiso cambiar de aires y se fue a la otra punta del país, pidió el traslado en el banco y no tuvo problemas. Llevaba en la ciudad más de cinco años. También le pidió a su hija, que ya estaba en la universidad, si quería quedarse con su padre o con su madre viviendo, y su hija no se lo pensó dos veces, mejor con la madre.


Yuli, por su parte, casada desde hacía más de veinte años, tenía una hija también estudiando en la universidad. Sin haber nacido en Almería, ni tampoco en España, era noruega, ya que el padre era nativo de dicho país, pero se vinieron al año de nacer su hija a nuestro país, primero a la ciudad valenciana donde había nacido Yuli, y con unos cinco años del nacimiento de su hija, se trasladaron a esta ciudad en la que estamos actualmente. No diré el trabajo del marido de Yuli, pero digamos que pobres no son, más bien todo lo contrario. Ella no necesita trabajar para vivir con su marido, por el negocio que tiene él, pero trabaja para no aburrirse en su casa. Y ahora viene lo más romántico de toda la conversación que tuvimos. Las hijas, la de Fátima y la de Yuli, son muy amigas, tanto es así que han sido novias entre ellas, luego han sido muy amigas y ahora no saben las madres realmente si son bisex o siguen siendo pareja, porque ambas tienen amigos con derechos, pero nunca van solas, siempre que tienen sexo, con hombres o mujeres, están las dos. Como dice Yuli, “comparten todo, hasta los orgasmos, jajaja”, así que, de repente me entero que jefa y empleada pueden ser nueras o llevan siéndolo pero que además son amantes y compañeras de trabajo. Y yo en medio. Los tres desnudos. En la terraza del ático, con un sol calentando nuestros cuerpos y sabiendo que me voy a follar a las dos, si o si, porque no tienen prisa por volver a casa.


Dejamos un tiempo ahora a los lectores para que se tomen algo, o vayan al baño, o saquen la basura, o simplemente esperen a que sus parejas se duerman, o les echen el polvo que toca hoy o simplemente como yo digo a veces, “para cambiar el agua al canario” jajaja, pero podéis tomaros vuestro paréntesis, porque ahora si va a venir lo mejor, la siesta que no es siesta, o la digestión tras la comida, porque hay que hacerla lo más relajadamente posible.


¿Ya habéis vuelto? ¿No? Vale, os doy un poco más de tiempo, pero cuidado, solo os diré una cosa para convenceros de seguir leyendo esta historia. ES REAL. LA HE VIVIDO Y SIGO VIVIENDO ACTUALMENTE. Y ELLAS SON REALES. PERO NO VOY A DAR NI FOTOS NI NUMEROS PARA CONTACTAR CON ELLAS, PARA LOS QUE ME ENVIAN EMAILS PIDIENDOLO. BUSCAROS A VUESTRAS AMIGAS, HAY MUCHAS Y ADEMÁS, NO LAS FOLLAN BIEN COMO CREEIS. Y ahora, a seguir. Por favor. Poner los móviles en modo avión, o en silencio. Los hijos pequeños, mandarlos a ver su serie favorita a la tv del salón, si os tenéis que ir al baño, a tocaros, hacerlo y decir que estáis descompuestos, inventaros lo que queráis, pero ahora, necesitáis tener vuestro espacio de confort o vuestro espacio para meteros dedos las mujeres y haceros las pajas los hombres, porque empieza el polvo largo y doble a dos maduras, reales como vuestra sangre.


Yo mientras me hago un bocadillo, pongo el té caliente, pero con hielo, y me fumo un cigarrillo (algún vicio tengo que tener, no solo el de dar placer a mujeres de todas las edades menos las menores de edad, que no son mi tipo, jejeje) y me preparo para contar con todo detalle lo que ocurrió tras acabar de comer, aunque creo que no dejaron de comerme, la verdad.


Bueno, pues vamos al asunto que nos lleva hoy.


A veces hay que ser previsor y yo suelo tener garrafas de agua potable en el ático, cubiertas para que no las dañe ni el sol ni la poca lluvia que cae, por lo que agarrando una de ellas, la deje al lado de donde nos encontrábamos acabando de comer. 


Y tras llevar los tres los platos y vasos a la cocina, ellas se sentaron en las hamacas que tengo en la terraza. Os recuerdo que seguimos completamente desnudos, sin nada de ropa puesta. Así que les doy a las hembras el poder hacer lo que quisieran, que estaba claro que deseaban follar. Más Yuli que Fátima, porque estar de espectadora no es lo mismo. Me abrió sus piernas mientras me miraba fijamente. No hay que ser listo para saber lo que quería. Así que, sin tener mi pene erguido, simplemente estaba en proceso de hacerlo, se lo pase por su raja, súper sensible ya que estaba en unos días especiales de las mujeres, y no me hizo falta apenas mover mi capullo por su clítoris para que empezará a gemir y a lubricar. Me puse de rodillas apoyado, a un lado de las hamacas. Fátima junto la suya a la de Yuli, y está se recostó. Agarre de sus muslos con mis manos, y entonces le hice la tortura deliciosa de dar golpes con mi miembro sobre sus labios y clítoris. A veces le untaba sus jugos que salían y volvía a martillear lentamente sobre ese coño hinchado, por lo que se oían dichos golpes. Yo tenía unas ganas terribles de entrar dentro de Yuli, el no saber cómo sentiría por dentro esa vagina me estaba empezando a poner más salvaje de lo que ya estaba.


Atraje sus muslos levantados hacia mi torso.

Apunte mi capullo a la entrada de su cueva.

Agarre con fuerza sus piernas.

Embestí con todas mis fuerzas sobre esta hembra.

Grito Yuli. 

Fátima le tapó la boca sentándose en su cara y haciendo que le comiera su coño, mientras veía como ese hombre, yo, le estaba metiendo su polla dentro del coño delicado de esta rubia, incluso le apretaba las tetas a su amada empleada.

Me quede quieto.

Hice que Fátima acercará su boca a la mía y nos dimos un buen morreo.

Sentía el calor interno de Yuli, incluso las palpitaciones de las paredes de su vagina por todo mi falo. Que sensación más deliciosa es sentir casi los latidos del corazón de una mujer dentro de su coño.

Saque lentamente hasta que mi polla se quedó a escasos dos milímetros de sus labios. 

Arremetí con todas mis fuerzas de nuevo.

Las hamacas se movieron, casi tenía que tirar de las piernas de Yuli para que no hubiera tanto espacio por mis empujones.

Volví a meter con fuerza.

Repetí estas embestidas bastante rato, hasta que conseguí oír a gritos saliendo del coño de Fátima que se corría Yuli. Pero yo no hacía caso, era como oír las olas del mar cuando rompen en la playa. Es bonito de escuchar, pero no les hacemos caso, pues eso mismo hacia yo con esta mujer, era bonito escuchar que tenía un fuerte orgasmo, pero seguía empotrando con dureza ese coño.


A continuación, me desconecte del mundo y solo follaba un coño o una mujer fuerte y rápido. No me iba a correr rápidamente yo, por tanto, seguí en esa postura durante un largo tiempo, hasta que empezaron a dolerme las rodillas, porque no me había puesto ningún cojín o algo que no me hiciera lastimar dicha parte de mi cuerpo contra el suelo de la terraza (error por mi parte, pero no se puede estar a todo cuando estas follando como un animal) por eso cuando note un dolor fuerte en mis piernas, saque mi polla medio ensangrentada de su coño y acto seguido me senté en el suelo.

Al tener la garrafa de agua cerca, esparcí bastante agua por mi polla para limpiar de dichos restos y una vez que la vi completamente limpia, en vez de dejar que se secará un poco, se la metí en la boca a Fátima. Ya sabía lo que tenía que hacer. Una rica y jugosa garganta profunda.


Nos olvidamos de Yuli, que estaba tirada sobre las dos hamacas, abierta de piernas y convulsionando su cuerpo aún por los orgasmos que estaba teniendo, mientras seguía comiendo o lamiendo, no sé realmente lo que hacía con el coño de su jefa.


Yo seguía disfrutando de la mamada profunda de la morena, incluso agarre su cabeza y la use como si fuera su coño, ya que a veces me gusta follar bocas, soy cabrón, no lo voy a negar, y no siempre hago lo mismo y esta vez me apetecía ahogar a una morena zorra que la estaban dando placer en su coño, por eso, cuando me daba golpes en mis muslos en señal de que necesitaba respirar, yo no le hacía caso y seguía follando esa garganta.


Sé que el cuerpo humano necesita inhalar aire, pero también sé cuánto tiempo puede estar sin respiración, por lo que mis folladas en la boca de la empleada bancaria eran muy rápidas, para poder sacar mi polla a los dos minutos de meterla. No quiero que se muera por no poder respirar, jajajaja.


Fátima volvió a tener otros orgasmos, no sé si era por el trabajo bucal de su empleada en su coño, tampoco sé si fue por mi follada en la boca, pero los estaba teniendo.


Bueno, yo ya tenía a dos zorras calientes y maduras, bastante satisfechas sexualmente, estaban teniendo orgasmos, estaban comiéndose entre ellas, estaban desnudas en la terraza de un ático de un hombre que horas antes habían conocido y lo más importante, estaban a gusto conmigo, pero yo quería llenar el coño a alguna de ellas y obviamente que la otra se tragará la leche que saliera de dicho agujero mezclado con los jugos y orgasmos de ella.


Había dos mujeres.

Había dos coños.

También había dos culos, pero hoy no los iba a follar, solo me dedicaba a sus vaginas.

Una vagina estaba lastimada menstrualmente, por tanto, en esa no iba a depositar mi leche que, aunque pueda parecer morboso, es asqueroso. También soy un caballero.


Así que, me senté en una de las hamacas, al lado de donde estaba tumbada Yuli.

He de indicar que a las mujeres no hay que decirles que posturas o en que posiciones se deben de poner, son muy listas, aunque no lo crean, jajaja.


Fátima se sentó encima de mi polla. Por fuera de su coño, pero rozando con sus labios y clítoris mi tronco.


Yo besaba a Yuli, que estaba en la gloria, porque su marido nunca la follaba cuando tenía la menstruación, le parecía algo asqueroso (si supieran los hombres que eso es una verdadera gilipollez, porque las mujeres en esos días están más salidas, más cachondas, con ganas de tener sexo a todas horas y lo necesitan, y lo más importante, cuando tienen orgasmos, sus ovarios no les duelen tanto, se relajan un poco, que no sabéis nada de la mujer que está con vosotros y luego con un poco de agua o una ducha, se limpian todos los restos posibles, aparte de sentir su vagina mucho más apretada, está resbaladiza, pero os aseguro que su punto G está más bajo y toda su vagina es muy sensible, suelen tener orgasmos increíbles, pero seguir diciendo que eso no lo hacéis esos cuatro días, jajaja, mejor para los que valoramos que la mujer se sienta incluso más puta con su hombre, gracias, jajaja) y Yuli me daba las gracias por el detalle de haberla follado, tanto fue así que le dijo a su chica:

— Vacía los huevos de este macho, que se lo ha ganado.


Ni que decir tiene que Fátima iba a realizar dicha acción sin que se lo dijera su amada empleada, pero estaba digamos que, calentando con caricias de su coño sobre mi polla, pero entonces mientras yo besaba, bueno nos dábamos un buen morreo Yuli y yo, sentí como las uñas de Fátima se clavaban en mi pecho y a la vez notaba un calor sobre toda mi polla, hasta notar que se volvía a sentar sobre mi cadera.


Note como me hacían una paja caliente y muy acelerada, pero no podía verlo porque Yuli se había incorporado y me tenía cubierto con su melena rubia toda mi cabeza mientras me metía su lengua en mi boca.


Es distinto ver que sentir. Incluso podría indicar que es mucho más sensual y lujurioso, porque no es lo mismo cerrar los ojos o mirar hacia otro lado cuando un cuerpo te está cabalgando frenéticamente que si tienes tu visión tapada por una melena larga rubia oscura, en donde si abres los ojos ves los ojos de la esa mujer que te está comiendo la boca con ganas y deseo.


Fátima tuvo varios orgasmos, pero no sacaba mi polla de ella, se paraba para recuperar fuerzas y seguía. Estaba en ese proceso que yo lo llamo sutilmente “por mis ovarios que me llenas de tu semen y te dejo sin una gota de esperma” y así empecé a tener ganas de soltar mi chorro, mientras mi jinete sexual seguía cabalgando.


Me separé ligeramente de la boca de Yuli y le dije con la voz acelerada que me iba correr. Yuli sonrió y volvimos a besarnos con lujuria.


Yo vacié todos mis testículos dentro de esa cueva.

Mi cuerpo se convulsionaba ligeramente, pero Fátima sintió esa vibración y se sentó en mí. Se quedó quieta para sentir mis convulsiones peniles, ya que mi polla estaba soltando esos chorros de líquido blanco. Creo que también tuvo ella otro orgasmo, porque grito como lo hacía cuando tenía orgasmos.


Yuli se separó de mi boca, pero apenas pude respirar, porque Fátima se tumbó sin sacar mi polla de su coño, y me metió su lengua en dentro de mi boca.


Yo estaba en la gloria.

Recién orgasmada.

Dos pedazos de mujeres gozando de mí y yo de ellas.

Follando por primera vez con ellas sin condón.

Viendo los tres el cielo despejado y casi tostando nuestros cuerpos desnudos y sudorosos.

¿Qué más se puede pedir en esta vida? No lo sé ni quiero saberlo.


Estuvimos en dicha posición un ratito hasta que Fátima le dijo a su amada empleada:

— Cariño, la polla de Jorge empieza a volver a su estado de descanso y en breve saldrá de mí, y sé que te gusta como a mí tragarnos ese coctel de néctar de zorra y cabrón, así que, bebe todo lo que salga y déjalo como te gusta a ti dejar las pollas recién folladas.


No hace falta decir que Yuli lo hace como Fátima sin que se lo digan, pero a veces hay que dejar una buena presencia a un nuevo amante, por lo que la boca de Yuli estaba casi pegada al pubis de Fátima, porque en vez de levantarse de pie Fátima de mí, se recostó hacia atrás, para que no saliera por la gravedad y así poder lamer todo liquido blanco o no que saliera de ese coñito que ya estaba bien follado. Miro si quedaba algún resto de la guerra coñil que había mantenido mi polla y la limpio con su lengua, mientras miraba si salía el tesoro mejor guardado de una mujer. Se tumbó encima de cuerpo Yuli, mientras dejaba que mi polla se desinflara del todo y a la vez poner toda su lengua tapando el agujero de la cueva de su amada jefa. Noto como empezaba a salir el grumoso liquido blanco del macho que las había follado, desde el interior de esa vagina y relamió para ir metiéndose dicho manjar en su boca. Estuvo así un buen rato, que claro, yo solo podía ver la raja del culo de Yuli.


Cuando acabo Yuli de relamer todo el coño de Fátima, las dos se sentaron enfrente mía y dándose un merecido morreo, sus lenguas jugaban con mi semen y los orgasmos mezclados de Fátima.


Juro por mi sangre que mi polla se puso dura de nuevo, solo con ver ese morreo entre una rubia y una morena. Pero yo no tenía semen dentro de mis huevos, por lo que no hice nada, espere a tener de nuevo esperma en mis testículos, pero juro por mi sangre que tuve una erección de caballo al ver a estas dos buenas amigas como jugaban y se tragaban nuestro coctel de néctar del sexo. El mejor espectáculo que puedas tener en una siesta que ya no era, porque eran las seis de la tarde cuando yo acabe de follarlas, aunque las mujeres suelen seguir juntas un ratito más.


Yuli se fue a dar una ducha, por motivos que no voy a especificar, mientras que Fátima se tumbó en una de las tres hamacas que tengo y tomo un poco el sol, mientras yo estaba tirado aún, viendo el mar de fondo, y oliendo a sexo de estás dos mujeres.


Cuando volvió de la ducha Yuli, completamente desnuda, puso la tercera hamaca en medio de las nuestras, se tumbó y nos agarró de las manos, mientras descansábamos de esta follada que no fue programada como realmente ha ocurrido, pero si interesante.


Han ocurrido más historias con estas dos mujeres, que no voy a contar ahora mismo, pero solo diré que mis tareas financieras y la hipoteca la tengo ahora con el banco en el que trabaja Fátima. Solo las veo cuando las dos pueden, nunca quedo con alguna a solas, ese fue mi requisito, porque para que disfrutar de una sola cuando tienes a dos mujeres que ellas también desean follar contigo.


¿Y de las hijas de estas dos hembras ardientes? Jajaja, eso ya lo sabréis, pero solo doy una pista. Son más putas y salidas que las madres.


Espero que no les haya importado que sea tan larga esta historia, pero para hacer microrrelatos de dicha historia, dejaría muchas cosas sin decir y no me gusta. Gracias a todas las personas que me leen y, sobre todo, gracias por disfrutar de dicha historia real vivida hace poco tiempo y que es tan real como la sangre roja que tienen todos ustedes, porque nadie la tiene de otro color, siendo humano, claro.


Entradas populares de este blog

Vero, ejecutiva malagueña hambrienta.

Gema. Madrid. Mi marido lo sabe.

Lourdes. Madrileña.

Elena. Un hombre juguete sexual mío. Versión Extendida.

Amanda, 56, madrileña, divorciada. 1ª Parte.