Vero, ejecutiva malagueña hambrienta.

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Cuando una mujer te dice claramente lo que quiere, es de tontos no dárselo, sobre todo en la “cama” o donde sea.


Vero es una mujer divorciada, de casi sesenta años, que eso no impide a que no sea aún una mujer sexualmente hablando muy potencial, por tanto, para que decirle que no cuando ella me escribe diciéndome textualmente “Me apetece quedar con un hombre que tenga muchas ganas y sobre todo que le encante que me ponga este traje de ejecutiva como en la foto que te mando, ya que es mi fetiche jijiji, bueno, realmente mi fetiche es hacerlo en mi despacho, ya sea encima de la mesa donde trabajo a diario, o en la silla o donde sea, pero me da un morbazo superior que un cliente me posea y te destroce con su polla todos mis agujeros, creo que soy lo suficientemente directa para que sepas lo que quiero, o no?”.



Sinceramente, es directa, y así se lo hice saber “Resérvame una cita de al menos tres horas en tu despacho, te lo digo con antelación para que puedas cuadrar con tu agenda, que supongo que la tendrás saturada. Dime día, lugar y yo intentaré ir también en traje, aunque como sea en pleno julio, me sobrará todo por el calor, jejeje”.


Seamos sinceros.

Málaga ciudad.

Pleno mes de julio.

En todo el verano no puede hacer más calor en dicha ciudad, aunque tenga el mar al lado.

Yo recibo el mensaje el día 18 de dicho mes, del año 2022, es decir, por mucho que uno rece, a las doce de la mañana en plena ciudad, a la sombra nadie te quita los treinta grados centígrados, y aunque tengas un traje de verano, te asfixias con solo dar dos pasos, pero la verdad sea dicha, ¿quién no ha sacrificado algo en su vida y ha sufrido por echar un buen polvo? Pues yo no voy a ser menos.


Vero, que es como se llama esta ejecutiva madurita y muy sensual, me responde por mensaje el día, la hora y que podemos estar en su despacho todo el tiempo que queramos, porque realmente me cita para el viernes de la misma semana, es decir, el día 22, y además, por la tarde, casi anocheciendo, sabiendo que en pleno verano, casi nadie en oficinas trabaja las tardes. También me indica que puedo llegar a cualquier hora, pero para que no me desmaye del calor, desde las ocho de la tarde puedo llegar, y que no hace falta que vaya con traje por si se me había ocurrido, porque en su despacho tiene aire acondicionado y tampoco su fetiche es follarse a un ejecutivo, aunque morbo si le daría.


Llega el día de la cita.

Yo vestido con mi traje gris marengo y una camisa de manga larga (seamos sinceros, ponerse un traje con una camisa de manga corta, es cutre, queda fatal y para eso mejor no ponerse un traje, mejor ir en bermudas o en bañador, porque quedas igual de mal), con mi corbata de color azul marino en diferentes tonos y con mis zapatos ejecutivos, no diré marcas porque no me han pagado ninguna publicidad, para egoísmo el de las empresas. Todo mi traje de tejido veraniego, es decir, que no hay que pasar mucho calor.


Llamo al timbre de un edificio que está alrededor de la plaza en donde casi todo el mundo que vive o ha ido a dicha ciudad, sabe dónde está la estación de Ave (tren de alta velocidad) y siendo las siete y media de la tarde, pulso el botón del portal automático, en donde esta mujer me había indicado. 


Sé que llego antes de lo acordado, pero no hay cosa que peor le sienta a una persona que ha concertado una cita que la impuntualidad, y sé que llegar media hora antes, si fuera una entrevista de trabajo o incluso, una cita laboral o de burocracia, también es llegar demasiado pronto, pero es que es una cita para follar, por tanto, ¿para que hacer esperar cuando ambas partes lo que tienen es ganas de que se produzca? Pues yo llego y espero que me abran la puerta de la calle, que por cierto, el edificio no es precisamente de diez plantas, así que cuando entro, me dirijo al ascensor. Tras abrirse las puertas, entro y noto que tiene un espejo grandísimo, desde el techo hasta el suelo de la base del ascensor, digamos que para algunos juegos es incluso practico. Llego a la planta en la cual está la oficina de dicha mujer. Salgo y solo tengo dos puertas, y me dirijo a la que está cerrada, porque es mejor esperar a que te vean por la mirilla para que vean quien aparece.


Me abre una mujer con gafas, de melena castaña, sonriendo, vestida con un traje de mujer ejecutiva, gris de rayas blancas, con falda (aunque los hay también de pantalón largo), y me hace pasar por delante de ella.


Me presento como el hombre al que ella mando ese mensaje, (que por supuesto ella ya lo sabía, pero hay que ser educados) y tras cerrar ella la puerta, se pone delante mía y me va guiando hacia su despacho. 


Llegamos y le pregunto:

— ¿Quieres hacerlo con la puerta abierta o cerrada, ya que es tu fetiche? — A mí realmente me da igual porque, aunque hubiera alguien en la oficina, es con ella con quien voy a follar, por tanto, si hay gente mirando o no, es problema de la jefa, no de la mía. Ya he tenido muchas citas en mi vida en donde la mujer tiene diferentes fantasías, incluso algunas les excita más que las pillen o incluso que las vean como un hombre las penetra, pero para gustos colores del arco iris, jajajaja.


Entonces Vero me responde:

— Querido, por la tarde y en pleno verano, casi nadie trabaja en una oficina, por tanto, hoy no hay nadie, estamos solos, por eso te he citado para dentro de media hora, y eso incluso me ha puesto más excitada, porque veo que eres un caballero que se toma enserio lo de la puntualidad, — todo esto me lo dice mientras se apoya en su mesa de despacho mientras yo me voy acercando lentamente mientras veo toda la decoración que ella tiene en su habitáculo donde trabaja a diario. Ni le pregunto a qué se dedica, no hace falta saberlo para lo que vamos a realizar a continuación, por eso, ella incluso me confirma, — y espero que te guste como lo tengo decorado, porque ahora vas a dejar aquí, — señalando en un mueble cerca de su mesa, a un lado de la pared, en donde hay una bandeja de cerámica muy mona — tu móvil, ya que no quiero hoy nada de fotos, espero que lo entiendas, pero al ser nuestra primera cita no quiero tener malos rollos.


Afirmo con la cabeza mientras saco mi teléfono del bolsillo interno de mi pantalón y lo deposito justo al lado del suyo, en dicha bandeja.


A continuación, me acerco a ella y sin cortarme en nada, porque nunca lo hago con una mujer que sabe lo que quiere, le agarro de su cintura, mientras mi cuerpo se pega al suyo y mis manos suben hasta llegar a ese monte o mejor dicho montaña en donde están escondidas sus grandes tetas, y digo grandes, porque si en un traje de mujer ejecutiva se intenta tapar o disminuir el tamaño del pecho, en esta mujer parece que se vayan a salir, aunque ella también tiene una camisa que tapa lo que me voy a comer en breves momentos, pero ya digo para los espectadores, que una de sus tetas no se tapa con una mano solo y creo que tampoco con mis dos manos, necesitaría al menos tres manos para tapar dicha mamaria, pero al estar tapada con esa camisa que solo dejaba ver un principio de canalillo, pues mis manos fueron directamente sobre la tela de la chaqueta de dicho traje subiendo hasta acariciar y notar que no había un sujetador aguantando tanto peso y carne de mujer.


Ella, al notar como soy de atrevido, mientras la miro a los ojos con una cara ni sonriente ni seria, sino normal y corriente (como cuando te tomas un café a diario, que ni es sorpresa, pero tampoco es malo, solo rutinario) es cuando se le encienden los ojos, o más bien, le empiezan a brillar y ya deja de tener esa sonrisa que ha tenido todo el rato desde que me abrió la puerta, para ahora ser una mirada y rostro de que empezaba a calentar a una mujer que lo pedía a gritos. No sé cómo tendría el coño, si seco o mojado, pero yo empezaba a tener una ligera erección en mi polla, porque yo si toco coño, culo, piernas, tetas o incluso si beso a una mujer en su boca, mi polla se despierta y saluda a la dama en cuestión, solo que los trajes de los hombres, en la parte del pantalón, están hechos para que no se marque si te empalmas, al menos en los que yo me compro. Tampoco queda nada bien ver un bulto en ese sitio, cuando te pones un traje que, aunque se hayan visto en los videos porno, por la calle no es nada agradable para la vista, es casi como ir con la bragueta bajada, queda fatal, y seamos elegantes cuando nos ponemos prendas para lucir nuestra elegancia.


Entonces mientras mis manos acariciaban y apretaban sus tetas, ella acariciaba como podía, mi torso enfundado con mi camisa y corbata, con la que ella jugaba muy sensualmente, y con su otra mano, directamente a mi culo (si, si, una mujer que se precie de tener un buen juego sensual, no se pierde el acariciar, sobar, tocar y palpar el culo de la otra persona que tiene a escasos centímetros de ella, ya sea hombre o mujer, ya que en el sexo, no vamos a tener distinciones) así que, Vero degusto con su mano mi culo, incluso notaba la presión que hacía para ver lo duro que lo tenía.


Yo tenía ganas de comerme sus tetas.

Ella tenía ganas de tocarme la polla.

Yo tenía ganas de tumbarla en su mesa y comerla toda, tetas, ombligo, clítoris, coño e incluso ano.

Yo no sé lo que ella quería realmente, aunque unas buenas gargantas profundas suelen gustarles mucho a las mujeres que saben que tienen un hombre que aguanta muy bien los juegos preliminares, por tanto, tragarse por su boca y garganta ese miembro que luego va entrar en sus vaginas e incluso anos, pues les gusta mucho, así que dejé que ella hiciera lo que quisiera, no teníamos prisa.


Debo indicar a estas alturas, que tanto Vero como yo, no nos conocíamos de nada anteriormente, es decir, está era la primera vez que nos veíamos, es más, era la primera cita, que no ha sido la única, ha habido muchas más y en diferentes situaciones y sitios, pero esta es la primera y ella quiere que la cuente como la viví yo, ya que como la vivió ella dice que eso se lo guarda, como buena hembra egoísta que es, jajaja, así son las mujeres, no todo lo van a contar ellas.


Yo normalmente, y digo normalmente porque es casi siempre así, en la primera, segunda, tercera y cuarta cita, no me quito el condón, es decir, para la penetración vaginal y anal, siempre me lo pongo, no por nada, simplemente por sanidad y seguridad, sea la mujer como sea, de la edad que sea y de su vida sexual como sea, ya que no pregunto si tienen o no mucha actividad, pero también es cierto que cuando una mujer me dice que no hay problema con ninguna ets, ya que está sana y no es de ir con cualquier hombre y sin saber que no está sano, y que si yo estoy igual de sano que ella, para que dejar que un trozo de látex o caucho nos impida sentir, entonces es cuando me la juego, no porque no confié en dicha mujer, sino porque no hay cosa más sensual y excitante que follar al natural, a pelo, sin forro, sin goma, sin condón, como quieran denominarlo quienes leerán dicha historia, y no hay que decir lo que se siente, tanto en la mujer como en el hombre, así que, cuando Vero me dice eso, está claro que los condones que tengo en mi bolsillo de la chaqueta, no los voy a usar, es cuando me convierto en el caballero salido o mejor dicho, en el caballero cabrón. Si.


Creo que mi definición es de caballero cabrón, literalmente, porque entonces no hay ninguna barrera que me impida disfrutar de esa hembra que empieza a gemir mientras mis manos siguen amasando sus tetas, y que incluso casi me pide a grito suave que le saque sus tetas de la prisión de ropa que tienen, por eso, desabrocho la chaqueta, incluso desabrocho los botones de la camisa, haciendo que dos pedazo, y digo pedazo, porque son grandes, tetas se liberen, en donde incluso veo los pezones erizados.


El banquete de teta que me voy a meter es de campeonato. Yo no es que sea un buen amante, es más, me considero del montón, pero si me ponen tetas, del tamaño que sea y me dejan que las bese, chupe, lame, muerda e incluso apriete con mi boca y cara, entonces ya no soy persona, soy alguien pegado a una teta, es como un sujetador, casi siempre está aprisionando la teta, la protege, pero también la estiliza, pues yo no la protejo, la excito. Yo no la estilizo, la pongo cachonda. Si, a la teta. Porque mucha gente, sobre todo compañeros hombres, nos olvidamos de las terminaciones nerviosas que hay en las tetas de las mujeres, incluso una mujer puede tener un orgasmo increíble solo con saber tratar a sus tetas, por tanto, llamo a todos los hombres del mundo, que aprendan a dar mimos, cariño, caricias y amor a esas tetas de las mujeres, porque abren mejor las piernas que cualquier alcohol o droga del mundo.


En el caso de Vero, creo que todo su cuerpo es excitable, porque lo he estado comprobando todo el tiempo que nos vemos, pero por eso ella ha querido que escribiera esta historia, porque le di un trabajo a sus tetas que casi no hace falta que la follará el resto de sus agujeros, pero eso si quieren saberlo, tendrán que leer la versión extendida de dicha historia, que es tres o cuatro veces más larga que está. Ahora nos vamos a que ella ya está con su primer orgasmo solo con mi trabajo en sus tetas y como todo cabrón, quiero su coño, pero antes ella me hace un favor, creo que realmente es lo que ella quería desde el principio.


Me agarra de mi mano, ella va a su silla o sillón regulable en altura y modo de sentarse, con ruedas en sus patas, por tanto, se sienta, me baja la cremallera (a mí me sobra ya toda la ropa, aunque estamos fresquitos en su despacho) y sacando mi polla casi erecta del todo, se la mete como puede en su boca y garganta. Tiene que escupir bastante, porque realmente estaba escondida y seca, y pero tras lubricar bien por todos lados, se la traga con arcadas, pero en silencio, y cuando noto como agarra con sus dos manos mi culo y aprieta su cara contra mi cuerpo, entonces sé que esta mujer no quiere una simple mamada, quiere exprimirme al máximo.




Ni que decir tiene que sentir como una mujer se amorra a uno para que la dejen hacer lo que le gusta, es tontería poner mis manos en su cabeza, es más, es tontería intentar que te mire, y es mucho más tonto sujetar su cabeza, porque ella sola sabe hacer que un hombre disfrute, este acto de apretarse contra mí indica que ni es la primera vez ni será la última en hacerlo.


Aguantando su respiración y con tan solo los movimientos de su garganta como intentando tragar más, hace que sienta una masturbación sobre toda mi polla, tanto es así que empiezo a sentir ganas en mis huevos de soltar leche, pero solo ganas, así que dejo que esta hembra haga lo que está haciendo.


Aunque la postura tampoco es que me permita tocar mucho de los pechos que tiene Vero, intento ladearme para un lado sin cambiar mucho mi posición para que ella no se tenga que girar mientras sigue tragando mi rabo y consigo llegar a uno de sus pezones, el cual lo empiezo a estrujar, apretar e incluso dar tirones suaves. No sé si le gustará a ella, pero a mí me encanta tocar el cuerpo de la mujer mientras me da placer, en este caso con su boca. Oigo como unos pequeños gemidos intentando salir por su garganta, porque por su boca no sale nada, la tiene completamente llena, por lo que continuo durante un rato en dicha teta y luego me voy a la otra.


Recordemos que esta mujer está sentada en su sillón del despacho, por tanto, llegar yo a su coño es casi imposible, pero me encanta incluso en una postura de sesenta y nueve, poder estimular su cueva, por fuera claro, pero ahora no me es posible, así que, me deleito con lo que me hace, que en serio, es lo mejor, sobre todo cuando se separa de mi cuerpo, saca mi polla de su garganta y boca y la veo como sus ojos están empezando a lagrimar por el esfuerzo.


La miro con cara de deseo.

Me mira casi llorando, pero con ojos de libidinosa.

Ambos sabemos que va a ocurrir enseguida.

Tengo la opción de agarrar su cabeza y follarle la boca.

También tengo la opción de arrodillarme y comerle el coño abierta de piernas para mí.

También existe la posibilidad de levantarla y ponerla en su mesa, tumbada boca arriba y yo sentarme en su sillón y comerle como es debido su coño.

Aunque también existe la posibilidad de meterle mi polla en su coño chorreante, mientras la pongo apoyada en la mesa con sus brazos y desde atrás darle buenos empujones.

Hay miles de posibilidades que hacer, y ambos las sabemos, pero yo no había pensado en la que ella estaba queriendo hacer y no es más que la siguiente.


Se levanta y me mete la lengua en mi boca, agarrándome de la nuca, como creyendo que me iba a escapar de su beso apasionado.

Sube toda su falda de su traje ejecutiva hasta la cintura. 

Abre su camisa y me enseña unos magníficos pechos, yo creo que hinchados por la excitación que tiene, pero no, es que son de ese tamaño, como comprobé días después cuando quedamos de nuevo.

Deja sus gafas en un cajón de la mesa.

Se suelta el pelo.

Me indica que me tumbe en todo lo largo de la mesa, boca arriba.

Se sube encima de mí.

Todo esto sin dejar de mirarnos a los ojos.

Se queda a horcajadas de mi estaca, porque ya es una estaca mi polla.

Con un control del equilibrio, sin zapatos ya, para no rayar la mesa, junta sus pies a mi cuerpo, mejor dicho, a mi cadera.

Sin usar sus manos y dejando a escaso milímetro mi capullo de sus labios, empieza como un vaivén desde su clítoris hasta su ano. Lento y sensual.

Yo le miro a los ojos y siento a veces como rozamos piel con piel, es inevitable. 

Sigue ella con ese baile sensual a la vez que mortal porque uno desea que ella se siente y clave mi polla en toda su vagina. Y ella desea que desee eso, pero sigue moviendo su cadera para además de lubricar mi capullo, desear más que esta zorra madura ejecutiva se clave de una vez por todas.

Y cuando acerca su boca a la mía, mientras tumba o inclina su cuerpo, entonces siento como entra su lengua en mi boca y mi polla en su coño. Tiene controlado esta acción y está claro que no es la primera vez que lo hace.


Sigo sintiendo como entra o, mejor dicho, como se clava ella lentamente.

Noto como sus glúteos se posan en el principio de mis muslos.

Incluso noto como de su garganta sale un gemido de placer que trago yo en mi garganta, haciendo incluso también que salga un gemido mío tras recibir dicho placer.

Mis manos quieren tocar todo su cuerpo, tetas, cadera, espalda, culo, toda ella, pero solo se quedan acariciando sus muslos que es lo que me permite por su postura de piernas.


Y sin dejar de besarme, sube y baja su culo rápidamente, tan rápido que no sé si me esta ella follando, me está haciendo una paja o simplemente está haciendo sentadillas o sentones. Pero lo que sí sé es que una mujer madura, está cabalgando mientras me besa y todo encima de la mesa de su despacho. Sinceramente me da igual lo que haga, porque me gusta que una mujer disfrute del hombre al que ha decidido hacer realidad su fantasía.


El tratamiento que está realizando a mi pene pronto tiene recompensa, sobre todo en ella, que cada vez que tiene un orgasmo, se sienta y se queda quieta, haciendo que yo sienta todas las vibraciones de su vagina y notando como le tiembla el cuerpo al estar pegados.


Entonces cuando consigo que su boca se separé de la mía, le hago una pregunta que no haría falta hacerla, pero yo la hago porque me da la real gana:

— ¿Te has quedado satisfecha?


Esta pregunta realmente no hace falta decirla, porque si una mujer no está satisfecha tras correrse, digamos que tendríamos un gran problema de conocimiento de cuerpo humano. Pero eso no quita para mirar la cara de relajación que se le queda a una mujer cuando su cuerpo experimenta dicha satisfacción interna, es todo un poema ver esa cara, sobre todo cuando todavía está temblando parte de su interior, e intenta responderte medio sonriendo, medio respirando y medio recuperando la compostura.


Por eso en cuanto intento darme una respuesta, hinque mi polla más dentro de ella y obviamente que pego como un estiramiento de su cuerpo. Sabía que iba a empezar a follar su coño, a mi ritmo, ni lento ni rápido, también porque la tenía a ella encima mía y precisamente no pesaba veinte kilos, tampoco cien, jajajaja, pero supo que le iba a taladrar su cueva súper mojada.


Me agarré a sus muslos intentando levantar ligeramente su cuerpo y empecé un mete y saca sin parar, a lo que ella solo pudo decirme mientras casi todo su cuerpo votaba sobre el mío:

— Que cabrón eres, sabes dar a una mujer el placer que necesita. Peeeerooo podemos caaaambiar un poco deeeee postura, ¿no? — indico que estas palabras alargadas son porque le estaba dando rápido en su coño, no porque no supiera decirlas correctamente.


Como yo estaba digamos que, en una buena posición, aunque taladrar hacia arriba suele también cansar los músculos de la espalda y empezaba a tener ganas de llenar su vagina de mi leche, me quede quieto. Le dije de cambiar de postura. Ella me desmonto. Se quedó de pie en el suelo y noto como le temblaban las piernas. Yo me incorpore. Me quede sentado en la mesa. Le dije de que se pusiera en la posición que deseara, porque le iba a romper su coño hasta correrme dentro, como buen cabrón que soy (hay que puntualizar que una mujer que ha tenido varios orgasmos, a no ser que esté acostumbrada a tenerlos a diario, digamos sinceramente que le da igual la postura en la que la ponga para llenarla de semen, pero Vero me pidió que le diera por detrás, fuerte, duro, como si fuera una colchoneta elástica (mirar en internet lo que es, pero como pista, diré que es donde se dan saltos de altura sobre una lona elástica, suelen hacerlo la gente que trabaja en circos o en acrobacias con su cuerpo) y que normalmente si no estás muy acostumbrado, hasta puedes tener luego dolor en tus nalgas, por lo fuerte y rápido que se hace, que también lo hacen mucho los actores porno, cosa que no soy yo ni quiero serlo) para indicar a esta mujer que no se estaba follando a un tío normal y corriente, ni un joven, que no lo soy ni un maduro que solo folla un par de veces al mes. Por eso, en cuanto me dijo estas palabras, agarre de su cintura, suavemente, la delicadeza hay que tenerla sobre todo cuando se cambia de postura, y una vez que estaba en posición, le ayude a que se quitará toda su vestimenta menos la falda enrollada, ya que es muy buena para sujetarla e incluso tirar hacia mí para que entre más duramente.


Y la folle cual puta necesitada de que la torturen vaginalmente, aunque esta postura también es muy buena para encular, romper el culo, siempre que la mujer esté acostumbrada a dichas embestidas.


Os recuerdo, para quien no se acuerde, que estoy en el despacho de una mujer ejecutiva, ya que tenía ella la fantasía de follarse a un cliente en su despacho, y aunque no soy cliente suyo, si estamos haciendo realidad su fantasía, por si alguien no se acuerda de ello. Sigo follandola.


Abro sus nalgas. 

Escupo entre ellas, no por nada, sino porque algunas mujeres, cuando oyen ese gesto bucal, saben que, aunque estén lubricadas por su cueva, puede que entre por el otro agujero no lubricado.

Apoyo o pego mi polla, el capullo entre su cueva y su ano, digamos que esa fina piel que los separa. Suelto sus nalgas para que se cierren un poco. A no ser que seas un verdadero mago, no sabes por cual agujero entrará tu pene, normalmente suele ir a la vagina, pero eso depende mucho de la habilidad del hombre, si no usa su mano para guiar. Yo no uso mis manos. Simplemente empujo fuerte para ver en cuál de ellos entrará. A veces me ha pasado que se resbala y se sale por encima de su esfínter. Aquí, la práctica es un punto a favor.


Entro de golpe en su mojado coño. Ella pega un pequeño respingón hacia arriba, mientras yo apoyo mis manos en su espalda, para que siga semi tumbada con las piernas rectas y sus pies en el suelo. Me encanta que peguen esos saltos cuando las meto tan rápido, jajaja, a veces soy bastante cabrón o juguetón.


Me agarro a sus caderas.

Aprieto fuerte con mis manos.

Y empiezo a taladrar su coño.

Meto y saco.

Meto y saco muy rápido.

Me da igual que ella jadee, que me diga que vaya algo más lento. Me suda la polla lo que ella diga. Ahora estoy yo dentro de ella, y quería fuerte, pues se lo hago.

Meto y saco tan rápido que a veces se sale mi pene y al intentar entrar de nuevo se baja por sus labios raspando su clítoris, todo mojado por sus jugos. Por eso, cuando sucede, le cierro las piernas, abro de nuevo sus nalgas, apunto en su coño, suelto las nalgas y agarro de sus caderas, con las piernas cerradas digamos que es más difícil que se salga el pene de la vagina. Y sigo follando a esta zorra ejecutiva. Sé que, si tiene las piernas abiertas, ella se puede masturbar un poco su clítoris, pero al tenerlas cerradas, y por la fuerza con que le estoy taladrando, no puede tocarlo, tampoco hace falta que se dé placer en su botón específico para ello. 

Destrozo como puedo, ya no soy un hombre. Tampoco soy un animal. Soy una polla penetrando una vagina.


Se oyen solo nuestros jadeos.

Yo empiezo a sudar como un loco, pero ella también lo hace.

Grita que se corre.

Me da igual. Yo sigo follando.

Sigue gritando que se corre como una verdadera puta.

Que me da igual lo que ella me diga, ni la escucho realmente.

Tengo un cuerpo de mujer que quiere que le llene de mi leche y como un chulo, no hago caso a nada, ni a su cuerpo, e incluso si hubieran llamado por teléfono, no hubiera parado de hacerlo, porque no jode más cuando estás en plena faena, que te interrumpan. Que haya gente cerca que te pueda distraer, porque el arte de follar o coger es un ARTE, no es simplemente meter y ya está. La mujer tiene que sentirse tan deseada como olvidada. El hombre tiene que sentirse tan animal como olvidado. Aquí lo importante es que los cuerpos hablen, se atraigan y sobre todo vomiten orgasmos. Y eso estaba haciendo cuando sentí en mis huevos que realmente iba a explotar, y vaya que si lo hice. Tras varios minutos, no cinco ni diez ni quince ni veinte, sino muchos más follando en dicha postura, mi cerebro se despertó del trance en el que estaba inmerso y solté unos chorros (supongo, no lo vi, no tenía una cámara dentro de su vagina) que cuando empujé contra su cuerpo, la mesa se movió algunos milímetros, porque sonó dicho movimiento en dicho despacho. Mis empujes son fuertes cuando eyaculo. Un estilo cuando mueves con tu cuerpo un armario de ropa, de casi dos metros de altura por tres o cuatro de ancho y lleno de ropa de todo tipo, pues mis arremetidas cuando descargo son así, y menos mal que la mesa era grande y costaba moverla por una sola persona.


Yo no grite, solo resoplaba para recuperar mi vida, porque me la estaba dejando mientras soltaba la leche.

Recuperando mi aliento, sin sacar mi pene de ella, mis manos empezaron a dar azotes primero suaves y luego fuertes en las nalgas de esta zorra, que en vez de decirme que no le gustaba, solo jadeaba, y pedía más y más, por lo que volví a olvidarme que era un cabrón o un caballero, le azote tanto ambas nalgas con mis dos manos, que cuando estuvieron bien rojas, mi polla salió de su coño y vi como abría ella las piernas para soltar un chorro de no su vagina, sino de su uretra, es decir, no se meaba como tal, ya que era un líquido transparente. Yo sabía lo que era. Ella intento controlarlo, pero eso es imposible de hacer, y soltó tres chorros largos.


Me pidió disculpas, mientras yo le daba la vuelta, y antes de meter mi lengua en su boca le dije:

— Nunca pidas disculpas a la persona que te ha hecho un squirting sin esperarlo y te ha dado uno de tus mejores polvazos bien echados. Solo pídele una fregona o una toalla para limpiar ese líquido y que no os resbaléis mucho, jajaja. Mujer, no seas tontas, esto pasa en todas las casas y en todos los sitios. Es tu cuerpo el que está hablando.


Sonrojada pero muy sonriente, sabiendo que este hombre comprendía perfectamente las cosas, dejo que le metiera la lengua en su boca, incluso agarro de la nuca y se juntaron más de lo que ya estaban.


Yo tengo un problema cuando me besan con deseo y pasión, y es que mi polla se pone dura rápidamente, aunque acabe de correrme. Y eso paso, que tras ese beso, volvía a tener mi mástil erecto, y sabía que al menos durante casi dos horas (porque conozco mi cuerpo y sé cómo reacciona y cuando puedo volver a echar leche, no soy joven y tengo una central de leche en mis testículos, tampoco lo quiero ser) pues sabía que ella en cuanto notará mi dureza, querría sacarme leche, por lo que volví a meter mi pene en su vagina, estando los dos de pie, besándonos, y la folle así, ella de frente a mí, y yo agarrando ahora de su culo, y aunque no lo crean, no es fácil follar así, sobre todo dependiendo de la estatura de los protagonistas, yo mido casi metro noventa centímetros, y aunque ella no llega al metro setenta, estando los dos descalzos, digamos que por medida mi pene se salía muchas veces de ella, por lo que agarrando de sus muslos, la hice que entrelazara sus piernas alrededor mío, y os juro que no es el peso de la mujer, es que esta postura es muy complicada, sobre todo si hay liquido en el suelo, tras un squirting, ni os cuento el equilibrio que hay que tener para no resbalarse y follar, los videos o películas porno exageran mucho, ya os lo digo, por eso, en cuanto quise follarla así, un pie mío dio un ligero resbalón, y la deje a ella que se sentará al borde de la mesa. Si no llega a estar esa mesa justo ahí, la ostia que me hubiera metido yo contra el suelo con ella encima hubiera sido de rotura de algún hueso de cadera. Así que, me salí de ella. Le pregunte por alguna toalla o papel de celulosa y seque completamente todo el suelo en donde estaba manchado por su líquido. Seque las plantas de mis pies. Y ella, digamos que no se movió apenas, se quedó mirando lo que hacía. Cuando acabé de limpiar todo, como seguía empalmado, pues se la metí de nuevo. Estuve follando su coño hasta que se corrió un par de veces más, y se la saqué para que me la limpiará con su boca y garganta.


Que a gusto se quedó esta mujer. Yo también, claro, jejeje.


Imaginar que, si entré en ese despacho a las siete y media de la tarde, no estaba aún anocheciendo, cuando quise darme cuenta de que hora era, porque veía por una de las ventanas de su despacho que dan a la calle, que ya era de noche, pues quise mirar en qué hora estábamos, y cuando ella me dijo donde tenía un reloj de pared cerca de la puerta de entrada a su despacho, no me lo podía creer. Eran las nueve y cuarenta de la noche.


Pues va a ser verdad que los maduros nos tomamos nuestro tiempo cuando follamos, porque ella también se sorprendió de dicha hora. Incluso pensamos ambos que estaría mal, y miramos en nuestros teléfonos móviles la hora. Eran las nueve y cuarenta de la noche. Y yo solo me había corrido una vez. O yo tardo mucho o esta mujer sabe alargar los buenos polvos. Así que, como no tenía pensado en quedarme a dormir y volver en el último tren que salía casualmente a las diez de la noche, o yo me iba como una bala cuando sale de un fusil, rápido y veloz a la estación para tomar ese tren último, o tenía que mirar algún hotel en dicha ciudad para quedarme a dormir. 


¿Qué opciones había? 

No conocía la ciudad (yo vivo en una población malagueña, pero apenas por no decir, nada conozco la ciudad, si he tenido que ir alguna vez ha sido acompañado o por trámites legales, pero no conozco nada de nada de dicha ciudad, aunque lo parezca en la historia), ella sí.

No sabía si habría habitaciones libres, estamos en pleno mes de Julio, en verano, suelen tener los hoteles completos.

Tampoco me había traído ropa interior limpia para pasar una noche.

Tampoco sabía dónde cenar, no conocía nada.

Vero me dijo que conocía varios sitios donde cenar.

También tenía disponibilidad de llevarse a quien quisiera a su casa. 

Yo le dije que roncaba mucho cuando dormía, no quería que eso fuera un impedimento para su sueño relajado. Ella me dijo que también roncaba.


Y me propuso que me fuera al día siguiente si yo quería o lo necesitaba. Pero que podía dormir, bueno, ducharme, porque íbamos a dormir poco, estaríamos follando más en su casa, pero ducharme si me dejaría o no, puede que también lo hiciera conmigo.


Me propuso tantas cosas, que la verdad, irme corriendo a montarme en un tren que me llevaría a mi ciudad, y dejarme la oportunidad de seguir follando con ella, pues la verdad, me convenció sutilmente y rápido. 


Además, me dijo que me daría su culo (a mí me da igual si me lo dan o no, me gusta siempre follarlas por donde ellas se sienten mejor, ¿total? Un agujero es un agujero, ¿no? Jajaja). Pero yo no tenía lubricante para ello, y eso da igual, toda mujer tiene lubricante en su casa, aceites y demás productos que pensamos muchas veces que no tienen. Aparte de un sofá grande. Una cama también grande. Unas vistas alucinantes, sobre todo de su cuerpo desnudo y con la luz de las estrellas o de la luna o de la ciudad. 


Qué coño, que me convenció y estuvimos toda la noche juntos. Pero eso lo contaré en otra historia totalmente distinta a está, ya que ella quería cumplir su fantasía de tener sexo en su despacho, y yo se la cumplí con creces, se meo y todo, jajaja.


Solo decir que mis historias que escribo, las he vivido realmente, lo único que no son reales son los nombres que pongo (aunque sean nombres reales, pero no el de estás protagonistas), las ciudades si lo son, aunque a veces las cambio, para no dar detalles exactos. Gracias si les ha gustado, y si no es así, lo siento, nadie escribe para gustar a todo el mundo, no existen las historias que les gustan a todo el mundo. Pero los orgasmos, si nos gustan a todos, ¿verdad?



Fin o no tan fin, ¿quién sabe?



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