Lourdes. Madrileña.

Tiempo estimado de lectura: 16 minutos.


Lunes, 31 de octubre, año 2022.



Estoy recogiendo los platos del lavavajillas, aún no existe un aparato que ponga la vajilla en su sitio, los armarios, por tanto, hasta que no la fabriquen y no cueste más que la mitad de la máquina que lava la vajilla diaria, pues hay que hacerlo manualmente.


Es lunes, después de un fin de semana (para mí, algo aburrido, aunque para otras personas muy entretenido, tras quedar con unas amistades y estar charlando mientras las esposas nos comían la polla para sacar nuestra leche) pues oí como mi teléfono sonaba con la melodía de un orgasmo de una mujer (es que son tan especial que pongo melodías así cuando recibo mensajes de mi correo electrónico. Otras personas dejan la melodía que viene por defecto).


No es que sea de esas personas que van corriendo, aceleradas, digamos que incluso dejan de hacer lo que estén haciendo por ver quien les ha mandado un mensaje, yo soy de las personas que piensan que, si antes de tener estos modernos teléfonos seguíamos nuestras vidas normal y corriente, para que dejar todo ahora mismo para mirar el mensaje, por lo que seguí recogiendo la vajilla y colocando en sus estanterías.


Tras acabar, me sirvo uno de mis zumos naturales y voy a la terraza, sentando en una de las sillas, mientras abro mi portátil y miro mi correo.


Leo varios mensajes, unos de trabajo, otros de amistades y uno que me llama algo la atención, porque viene de mi blog, sí, porque aunque algunas de mis historias las he quitado para aumentar y dejar incluso que estén mejor, tengo un blog que me vino muy bien en plena pandemia, escribí casi las memorias de una persona muy ajetreada, pero en mi caso eran digamos lo que hacía cada día en el confinamiento, aunque me canse de ello y lo quite. Actualmente estoy como diría una persona que renueva su armario “remodelando el interior” y leí que era de una mujer que siendo de la misma ciudad en donde yo nací, vivía actualmente en una población cercana a la mía. 


Su texto incluso me impresiono porque, aunque parezca normal y corriente, me da una pena tan grande que pasen estas cosas en el siglo en el que estamos. A ella la llamaré “Lourdes”, pero no se llama así. Su mensaje decía textualmente “Sabes por qué te envió este mensaje en vez de hacerlo a otra persona o simplemente en otro sitio? Porque siento que me ahogo en un mar y los pulmones se me llenan de esa agua salada de sabor desagradable. Todo por culpa de mi pareja. Y como he leído historias tuyas (supongo que serán igual de reales como yo pienso hacer). Por eso busco un hombre que sea mi salvavidas, que me haga olvidar las cosas feas con su polla, que le guste mi culito y mi cuerpo. A mí me has gustado más que un menú degustación de un restaurante de 5 tenedores con ese fotón, jeje. Puedes ser tú ese salvavidas? Hablando de menú, comemos un día juntos y haces de mí tu postre?”, debo de indicar ya de antemano que no soy el salvavidas de nadie, es más, le respondí indicando “Me gustaría ser un salvavidas, no solo para ti, pero digamos que bastante tengo con flotar yo en el mar, aunque si acepto comer contigo un día, y si vemos que puede haber algo, pues entonces yo me ahogare entre tus piernas mientras tú te ahogas con mi polla, por cierto, precioso culito que me has mandado en el mensaje, no entiendo como no tienes una fila larga de hombres y mujeres esperando en la puerta de tu casa para darte el placer que tienes, aunque entiendo que si te ahogas con tu pareja, lo que necesitas es más que nada, discreción. ¿Aceptas a que nos conozcamos un día para comer y ver si hay posibilidad de algo? Te aviso que me gusta mucho comer coños, pero a ti te hare una excepción y me comeré también tu culito, o tus pezones”. A veces ser casi un cerdo suele funcionarme, sobre todo cuando me ven en persona, que no soy para nada, pero para nada, atractivo. 


Es cierto que tenía antes en mi foto de perfil de mi blog, una sugerencia de lo que se iban a encontrar si cotilleaban, mi pene erguido, mirando de frente, desafiando cualquier mirada, pero a día de hoy no tengo esa foto, ya que me llegaban unas propuestas que mejor no decir aquí. Incluso de maridos para que a sus esposas las pusiera mirando para Andorra, delante de ellos, pero es que yo no sirvo para eso, prefiero que participen, antes de que me dirijan como directores de películas porno.


Entonces, Lourdes me volvió a mandar un mensaje, el cual solo ponía nueve números, el primero empezaba por siete, (en España aparte de los teléfonos que empiezan por nueve y por seis, también hay de los nuevos que empiezan por siete, y seguramente que en unos diez años empiecen por otros números) y no hay que ser un ingeniero para adivinar que era su teléfono.


No me apetecía mucho charlar, pero siendo egoísta, la foto que me envió, en tanga rosa palo, con dos tiras a los costados, con sus pantalones bajados hasta el principio de su medio muslo, casi abierta de piernas, de espalda a la cámara de su móvil, con la camiseta a rayas gordas blancas y negras en horizontal, por encima de su pecho, pero en su espalda solo tapaba su sujetador del mismo color, pues la verdad es que le mande un mensaje al móvil, y le puse “Dime que día te apetece que comamos, pero ya te digo yo que te echaras para atrás, cuando veas mi foto de cara, de ahora mismo, porque una cosa es lo que se ve sexualmente y otra de la cara, y no serias la primera ni la última que me diga que ya quedaremos para otra vez, y no te reprocho, no tiene que ser atractivo todo el cuerpo de una persona para que te guste o te atraiga, ¿verdad?” mientras le adjuntaba la foto que me estaba haciendo en ese momento, sonriendo pero sin reírme.


Tardo como unos diez minutos, y me contesto ella a mi mensaje con otro, en donde indicaba textualmente “Me pareces normal y corriente, tanto incluso que, si nos hemos cruzado alguna vez por la calle, ni tú te has fijado en mí ni yo en ti, y eso es lo que busco. No quiero llamar la atención en nada, pero si quiero sentir lo que explicabas en tus historias, no te digo que quiera sentir todas en mi cuerpo, pero la mayoría sí.

A mí me viene bien cualquier día, incluso si pudiera ser hoy, pues te lo agradecería mucho, porque no sabes lo que me ahoga mi vida conyugal.” Con eso la verdad es que casi me convenció, pero entonces le mande un mensaje diciendo que la llamaba, si no estaba muy ocupada.


Así lo hice cuando ella me respondió con la llamada. Su voz estaba triste. Por lo que le dije que, si conocía un restaurante en mi localidad, no pondré publicidad de ello, no patrocina dicha historia, bueno ninguna de las mías, y me dijo que podría estar para las dos y media.


Quedamos en eso. 


Yo me vestí y como dicho restaurante está a media hora andando de donde yo estaba, pues me fui tranquilamente andando. Cuando llegue, hable un rato con la dueña, amiga mía y le dije que había quedado con una nueva amiga. Que sería una comida normal y corriente.


Llego Lourdes con una vestimenta normal y corriente, leggins negros ajustados al máximo a sus piernas y una cazadora negra, tapando su cuerpo. Realzaba su melena rubia natural, también realzaba sus gafas, e incluso pude ver que tenía unos ojos grises, que la verdad, ya me daban la impresión de que para ser una mujer de cuarenta y cuatro años como luego me dijo ella, realmente era muy guapa sin llegar a ser una modelo de alta costura, ya saben lo que son esas mujeres, sobre todo en belleza natural cuando desfilan.


Comimos bien, digamos que muy bien, y entonces de repente, y sin cortarme un pelo, le dije:

— ¿Te apetece ahora echar un polvo, o varios, ya sea en el baño del restaurante, o si quieres en mi casa, que está a media hora andando?


Creo que estaba muy necesitada, porque me respondió:

— Prefiero en tu casa, ya que aquí he visto a alguien que me he cruzado alguna vez por mi localidad, y la verdad es que no quiero levantar sospechas en mi pareja y mi entorno, supongo que lo entenderás.


Así que, nos fuimos andando, para luego volver de nuevo a recoger su coche y así montarme yo con ella, para indicar dónde vivía. Eso lo hicimos por si alguien la seguía, es tontería, pero a veces hay que distraer posibles cotillas que quieran hacer la vida imposible. Cuando aparco ella, tenía la respiración acelerada, estaba nerviosa, pero entonces le dije:

— Lourdes, si no te ves convencida o incluso te quieres echar para atrás, yo no lo tomaré a mal, entiendo que para ti supone algo no normal en ti, para mí no es que lo haga siempre, pero mis amigas, casi todas tienen pareja, algunas me tienen en secreto, otras me tienen como un amigo, y las que se lanzan, conozco a sus parejas y no hay problemas.


Lourdes para ver que estaba decidida, se acercó a mi boca y me la comió literalmente, aunque seguía con su respiración acelerada, pero tras unos cuantos besos, metiendo lengua, se relajó. Pero antes de salir de su vehículo, ella me dijo:

— ¿Me dejas que te haga una mamada? Necesito ahogarme un poco para relajarme de verdad. Si no quieres, lo comprendo, pero eso hará que me relaje de nuevo, aparte que no se me quita de la cabeza tu foto, y quiero tragarla toda.


Me desabroche mi pantalón vaquero, ya que no suelo usar pantalones que tengan cremallera, así no se atascan nunca. Saque mi pene flácido y ella se agacho para tragar todo lo que pudo, al principio se la trago entera, y con sus mamadas me la puso muy gorda y dura, tanto que empezó a mover su cadera mientras seguía trabajando mi aparato. 


Yo tenía ganas de meter mis dedos entre sus piernas, pero me era imposible, por la postura que ella tenía, así que solo pude tocar una de sus tetas, que noté que no llevaba sujetador, por encima de su jersey.


Al rato, levanto ella la cabeza.

Separo su melena larga que le cubría las tetas, y sonriendo me dijo:

— Sí que aguantas. Y sí que es verdad que la tienes gorda. ¿Vamos a tu cama y me follas como deseo tanto, o seguimos aquí, aunque no veo que pase mucha gente por esta calle?


Le comí la boca. 


¿Saben el sabor a polla que suele tener una boca cuando te la comen? Pues la suya sabia a mi rabo, y se lo comí hasta que ella no pudo más y me pidió que la follará ya.


Pero no hay que ser tan ansia, además, para mí que mido casi dos metros de altura y ella medir metro sesenta y cinco, digamos que las posturas dentro de un vehículo no eran muy cómodas para mí, y entonces la hice que se saliera del coche. Yo me salí con la polla al aire, porque mi calle es una sin salida, es decir, mi portal es el último de la calle y de su coche a mi puerta solo hay tres metros, por lo que sabía que, a las cuatro de la tarde, nadie estaría mirando por la ventana, de un lunes, eso lo hacen los jueves o viernes o fin de semana.


Alucino al verme yendo así, pero antes de que cerrará su puerta, metí mi mano dentro de su leggins (maya deportiva o pantalón de yoga para quien no sepa lo que es) y note que tenía su tanga mojado, más bien empapado, por lo que metí dos dedos dentro de su vagina y la estuve follando un ratito, para que supiera que, si quería un hombre atrevido, lo tenía pegado a ella, metiendo sus dedos dentro de su cueva.


Creo que eso la puso más zorra de lo que ya estaba, así que me pidió por favor que entráramos en mi casa y que podría hacer lo que quisiera con ella.


Deje de masturbarla.


Abrí la puerta de mi casa, tras subir cinco escalones.


Entro ella, se quedó en el recibidor o entrada (en Andalucía se le llama “zaguán”) mientras yo cerraba la puerta.


Volvió a comerme la boca, pero ahora con tanta ansia que incluso soltó su bolso de repente en el suelo.


Esta mujer quería que la penetrará, pero ya, así que, mientras ella no paraba de tocar mi polla con su mano mientras me metía toda su lengua en mi boca, yo como pude, le baje su leggins, con rapidez, no sé si se bajaría el tanga también, no pude comprobarlo en dicho momento. Le quite la cazadora que llevaba puesta. Le quite rápidamente el jersey de cuello de cisne que le tapaba sus tetas. Y cuando ya no aguante más, me separe de su boca, gire su cuerpo para que se quedará de espaldas mías con mis manos. Abrí con una mano mía su culo, no para metérsela en dicho agujero, sino para meter en su mojado coño y tras meter de un golpe, grito porque no se esperaba dicha metida mía. Me quede quieto y sin apartar su melena le pregunte al oído:

- ¿quieres que la saque y me pongo un condón o prefieres que siga dentro y te folle cual puta estás siendo, hasta que te corras y me embadurnes toda mi polla con tus orgasmos? Porque puedo ponerme un condón, pero ya te aviso que tardo mucho tiempo en soltar leche y estoy sano y quiero seguir estando.


Yo a veces, cuando me encienden el animal que llevo dentro, no hago caso de nada, pero también pienso que puede que no les guste hacerlo al natural, sobre todo porque nunca se sabe dónde la has metido antes, y o quien se la mete y a saber que puede tener, pero a veces el animal no piensa. Por eso le di esa opción, lo que pasa es que me sorprendió su respuesta:

— Hazme tu puta y haz conmigo lo que quieras, ahora empiezo a sentir lo que otras han sentido cuando las has follado. Y yo también estoy sana, y tomo la píldora, pero puedes destrozarme lo que necesites para ser tuya.


Ni corto ni perezoso, me agarre a su cadera y haciendo que ella se apoyara en la pared del zaguán, empecé a follar duramente ese coño encharcado.


Como jadeaba.

Como gritaba lo guarra que era.

Como aceleraba su respiración con cada embestida mía.

Como note que su vagina se contraía y ella gritaba felizmente que le venía unos buenos orgasmos.

Como estaba de abierta para mí.

Como abría sus piernas para sentirme más y más.

Como le temblaban las piernas cada vez que tenía un nuevo orgasmo.

Como se pellizcaba sus pezones con una mano y los estiraba.

Como se sentía deseada.

Como era necesario que ella gozara cual puta encelada.


Tras varios orgasmos suyos, se la saque de su coño y agachándome, abrí sus nalgas con mis manos y relamí todo lo que salía de esa cueva, incluso le relamía su clítoris, creo que eso hizo incluso que tuviera un fuerte y gran orgasmo y note como sus piernas no la mantenían de pie, por eso, se cayó encima mío, haciendo que los dos acabáramos en el suelo, en el recibidor de mi casa, y mira que es grande, pues nos quedamos ahí un rato, hasta que ella recupero parte de su respiración y fuerzas.


Quiso subirse encima mía y cabalgarme, pero entonces casi sin aliento, le dije:

— Lourdes, ¿no crees que podríamos entrar al salón y hacerlo en el sofá, o a mi habitación y en la cama, antes que hacerlo aquí, que el suelo está frio, y los dos ardiendo.


Ella entonces se rio y me dio la razón.


La ayude a que se quitará toda su ropa, incluida esas botas de hípica negras que llevaba puestas. Me desnude completamente, viendo que mi cuerpo no era precisamente de un deportista, jajaja, tengo mi barriga de cincuentón (aunque no todos la tienen, o si jajaja) y entonces pude ver que su tanga, negro, estaba bajado y casi enrollado con ese pantalón de yoga. Eso sí, empapado de sus jugos.


Nos fuimos al salón, desnudos.

Me senté en el sofá.

Se sentó encima mía.

Me pregunto si me gustaba su culo, a lo que le respondí que sí.

Abrió su culo y rozo mi capullo en su ano.

Unto saliva suya en su ano, bastante, e intento meterse mi polla por su culo, pero no pudo.

Viendo lo que quería hacer, saque de un cajón de la mesa que tengo en el salón, solo con estirar mi brazo, llegaba, y saque un tubo de gel lubricante.

Me unto toda mi polla con dicho gel.

Se metió primero un dedo, luego dos y al final tres untados de dicho gel.

Me miro a los ojos, con esa cara de vicio que una mujer tras varios orgasmos quiere decirte “te voy a dejar sin leche como sea, pero ahora me voy a tragar por mi culito tu falo, campeón”.

Se sentó en mí, arqueando o estirando su espalda. 

Sus tetas y pezones estaban a la altura de mi boca.

Note como mi cabeza se iba metiendo en ese agujero que me oprimía bastante.

Se sentó hincando todo.

Grito diciendo que ya se la había tragado por completo.

Me pidió que la follara hasta llenarle el intestino de mi leche.


Y empezó una de las mejores cabalgadas o sentadas que me han metido, mientras yo le comía los pezones, ella tenía otros cuantos orgasmos, y yo le masturbaba su clítoris tan rápido como podía.


Le llene al cabo de media hora de una follada sin parar por parte de ella. Me decía que se sentía viva, que sentía lo que era ser mujer de nuevo, que sentía la leche saliendo por su culo cuando me quito mi polla, y que se sentía la mujer más feliz del mundo, todo esto jadeando y entre cortes para poder respirar.


Sí, me había follado a una mujer caliente en el salón de mi casa, sobre todo, por su culito, rico y ahora más abierto de lo que nunca había estado en al menos diez años como ella me confirmo, digamos que la desvirgue de nuevo, porque con su pareja, no lo hacía, ya que a él le daba asco, y como nunca le había puesto los cuernos, por esas tontas creencias del amor para siempre, pues que gracias a la follada que nos habíamos metido en ese momento, volvía a sentirse viva.


Pero yo quería más de ella, sobre todo, llenarle por dentro de su coño con mi leche, que es lo que más me gusta de las mujeres.


Y cuando uno tiene un sueño, siempre suena el teléfono, además que lo tenía en el bolso, en la entrada de la casa, donde lo dejamos, pero el sonido se oía perfectamente.


Entonces se descabalgo de mí, veía como iba andando y le salía de su ano abierto, parte de mi leche y le caía por sus muslos. 


Volvió y me dijo:

— Me encantaría quedarme toda la tarde contigo, follando y que me llenes con tu néctar, pero me está llamando el estúpido, y me ha mandado varios mensajes, preguntando cuanto tiempo voy a tardar en llegar a casa, que una amiga mía le ha dicho que tenemos que ir a casa de una amiga, porque se encuentra mal. Te juro que si no fuera por eso, estaba hasta que anocheciera aquí.


Sinceramente me hubiera gustado que se quedara, no por seguir follando a esta mujer, sino porque iba a conocer a una mujer esplendida, pero a veces hay que volver a la realidad, y ella tenía que volver a casa para no levantar sospechas. Así que cuando empezó a recoger su ropa, miré ese precioso culito suyo y no pude resistirme de darle una buena lamida desde su clítoris hasta su ano, aun saliendo algo de mi leche, y cuando sintió eso, gimió de placer. Cierto es que no suelen los hombres lamer el coño y culo de su mujer cuando las han llenado, y aunque mi semen no me lo coma muy a menudo, recogí algo y tras levantarse ella para ponerse su tanga, le comí la boca para dejar mi leche dentro de su boca. No sé si se puso más cachonda o simplemente es que lo estaba, pero alzo una pierna y me dejo que le metería cuatro dedos en su coño, haciendo que volviera a tener otro orgasmo, no el ultimo, pero si uno de los que la dejo con esos ojos brillantes que te dicen “me tienes cuando quieras, así, abierta para ti” y tras soltar algo de líquido (sin llegar a ser un squirting) me pidió disculpas y se intentó poner el leggins, pero yo la deseaba, por eso, con mi pene a medio ponerse duro, se lo metí en su boca y agarrando su cabeza, le folle hasta poner dura, para luego, mientras se colocaba el jersey, se la metí de nuevo en su coño, para al menos que me sintiera duro dentro de ella, yo quieto y ella moviendo lentamente su culo.


Podría haberla follado rápido, pero a veces hay que dejar la miel en el tarro, y por eso, cuando se separó y subió su tanga junto con el pantalón de yoga, se giró y me dijo:

— Me voy sin ganas, prefiero estar penetrada por ti, pero hay que seguir con el día a día, y ya sabiendo donde estas, te mandare un mensaje cuando yo tenga tiempo, para quedar y que me llenes de eso que me hace sentirme llena. Por cierto, mi culito ya te pertenece. Nadie más me lo va a follar más que no seas tú.


Entonces la interrumpí, con la polla dura, y le contesté:

— Lourdes, debes de follar con otros, ya que yo no soy exclusivo de ninguna mujer, y tú tienes que volver a sentir mujer deseada con otras personas, que ya sabes que en la variedad está el gusto, y como yo, también hago variedad de mujeres, de amigas, pero si me quieres dar tu culito, no te lo rechazo, es mas no te rechazo en nada, pero no debes de quedarte con el primero que te folles, simplemente saborea el mercado.


Y me responde sonriendo:

— ¿pero te crees tú que yo me voy a abrir de piernas con cualquiera que puede que me dejes a medias como con el que vivo? No. Es más, probare con otros, pero Jorge tienes varias ventajas. Aparte de lo que sabes moverte dentro, tienes discreción, morbo, atrevimiento, aguante y lo que más me gusta de ti, sabes ponerme cachonda y mojada perdida, porque usas la lengua de maravilla y dudo que muchos sepan dejarme abierta con deseo de más. Pero te hare caso, aunque ya te digo yo que mi culito, que volvió a ser virgen antes de que me lo abrieras de nuevo, estaré con algunos dolores, pero me acordare de ti siempre. Ahora, lamentando mucho, me voy. Te mandare un mensaje antes de quedar contigo, y así nos vamos conociendo más.


La ayude a ponerse su cazadora y las botas de equitación, le baje de nuevo su pantalón junto con el tanga, metí mi lengua entre sus labios, lamiendo su clítoris, y mirando hacia arriba, vi como volvía a gemir. Pero a veces hay que solo lamer y no hacer que tuviera otro orgasmo, así que, le subí la ropa, me levante y le metí mi lengua en su boca, todo esto, yo estando desnudo y con la polla dura y abriendo la puerta de la calle, me despedí de ella, sabiendo que, si miraba alguien, vería mi cuerpo serrano jajaja.


Aquí dejamos la historia, pero volveré para contaros más veces que hemos quedado.


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